“No dejes
para mañana lo que puedas hacer hoy,
déjalo…
para pasado.”
Así piensa
mucha gente. Muchísima.
Podemos decir que incluso demasiada.
Me atrevo a decir que en parte te acabas de sentir identificado. Sí tú, querido lector. Párate a pensar en la lista de cosas que tienes en mente aún por hacer. Algunas llevan ocupando tu mente días, incluso semanas. Y todavía no las has cumplido. Sí tienes tiempo sin embargo para tareas objetivamente menos prioritarias.
Me atrevo a decir que en parte te acabas de sentir identificado. Sí tú, querido lector. Párate a pensar en la lista de cosas que tienes en mente aún por hacer. Algunas llevan ocupando tu mente días, incluso semanas. Y todavía no las has cumplido. Sí tienes tiempo sin embargo para tareas objetivamente menos prioritarias.
¿Sabes acaso
priorizar correctamente tus tareas y obligaciones? ¿O eliges tus actividades diarias en
función de tus “ganas”?
Tendemos a
dedicarnos prioritariamente a actividades como limpiar la casa, ordenar el
cuarto, los libros de la estantería por orden alfabético… en lugar de ocuparnos
de cosas menos agradables pero más importantes como escribir la declaración de
la renta o estudiar para examenes importantes.
Un ejemplo
típico y conocido por muchos. Tienes un examen en dos días, te sientas a
estudiar y de repente te das cuenta de que tu armario necesita una limpieza a fondo o
de que los libros de tu estantería no están ordenados por orden alfabético. Y
es urgentemente necesario limpiar el armario y ordenar los libros, aun no
habiendo sido capaz de hacerlo el resto del año. De hecho, una fuerza maligna te
impulsa a realizar esta actividad tan banal, impidiendo que te concentres en la
importante tarea de estudio que estabas llevando a cabo ni medio minuto.
Así que te
levantas y te pones a ello.
A los dos
días tiene lugar el examen, y se convierte en la mayor catástrofe del año. Sales
frustrado y empiezas a regañarte mentalmente y a preguntarte, ¿por qué no
estudié más?
Acto seguido tu pensamiento sugiere falsas autopromesas: “para el próximo examen estudiaré más”. Qué traidor es el pensamiento a veces. Si has
cometido el mismo error las doscientas veces en tu vida que has preparado un
examen, ¿qué te hace pensar que tu conducta cambiará a la doscientas una? No
seas iluso. Si sabes perfectamente que no.
Este
fenómeno frecuente y no por ello menos problemático se denomina en psicología “procrastinación”.
Las causas de la procrastinación
Científicos de la universidad de Konstanz (Alemania) han llegado a la conclusión de que las personas actúan así porque consideran que el día de mañana será mejor que el presente para llevar a cabo la tarea. También se ha demostrado que la tendencia a procrastinar disminuye si se plantea la tarea en términos muy concretos y específicos.
Piers Steel, investigador de la Universidad de Calgary, ha desarrollado una fórmula denominada teoría de la motivación temporal: U = EV/ID. Según el señor Steel asegura, esta fórmula explica matemáticamente la procrastinación.
U es la utilidad de la tarea una vez culminada, y su valor es proporcional al producto de las expectativas (E) por el valor que le concedemos al acabar el trabajo (V) e inversamente proporcional a la inmediatez (I) y a la sensibilidad de la persona a los retrasos (D).
Concluyendo, esta fórmula predice que las tareas a las que más importancia damos son las que con mayor frecuencia postergamos. No es pereza entonces lo que se esconde detrás de la procrastinación, sino un exceso de perfeccionamiento.
Como curioso ejemplo, pensaba poner una excusa por la tardanza de la publicación del artículo. Para qué. Quien quiere algo, encuentra la manera de hacerlo. Quien no, encuentra la excusa. Podría haber escrito en el tiempo que he empleado en realizar tareas menos costosas, como meterme en Facebook, darme un baño caliente o escuchar música en el salón. Pero he procrastinado esta tarea que tanto me fascina porque en las últimas semanas ha coincidido con mi mudanza, Oktoberfest (semanas de caos, quien vive aquí sabe de qué hablo), una visita inesperada a Munich, mis múltiples trabajos (he empezado ya en la escuela infantil) y el blog ha bajado en mi ranking de prioridades. Además de eso, mi falta de libertad de pensamiento en el último tiempo ha impedido la inspiración y ocurrencia de ideas lo suficientemente buenas como para ser publicadas en mi blog, así que cualquier idea o bombilla que se iluminaba en mi mente acababa fundiéndose, fruto del tiempo de espera a ser desarrollada. Pero ahora que tras la tormenta ha regresado la calma, podría haber retomado tranquilamente y no lo he hecho. He procrastinado la tarea.
¡Pero aquí estoy de nuevo, luchando con este absurdo y perjudicial fenómeno y tras un fin de semana de recuperación en modo marmota, me encuentro llena de energía para retomar todas las tareas relevantes que tenía pendientes!
No volverá a pasar tanto tiempo hasta que vuelva a escribir...
A ver si es verdad, por lo menos aquí queda la prueba escrita.
¡Hasta muy pronto!
Las causas de la procrastinación
Científicos de la universidad de Konstanz (Alemania) han llegado a la conclusión de que las personas actúan así porque consideran que el día de mañana será mejor que el presente para llevar a cabo la tarea. También se ha demostrado que la tendencia a procrastinar disminuye si se plantea la tarea en términos muy concretos y específicos.
Piers Steel, investigador de la Universidad de Calgary, ha desarrollado una fórmula denominada teoría de la motivación temporal: U = EV/ID. Según el señor Steel asegura, esta fórmula explica matemáticamente la procrastinación.
U es la utilidad de la tarea una vez culminada, y su valor es proporcional al producto de las expectativas (E) por el valor que le concedemos al acabar el trabajo (V) e inversamente proporcional a la inmediatez (I) y a la sensibilidad de la persona a los retrasos (D).
Concluyendo, esta fórmula predice que las tareas a las que más importancia damos son las que con mayor frecuencia postergamos. No es pereza entonces lo que se esconde detrás de la procrastinación, sino un exceso de perfeccionamiento.
Como curioso ejemplo, pensaba poner una excusa por la tardanza de la publicación del artículo. Para qué. Quien quiere algo, encuentra la manera de hacerlo. Quien no, encuentra la excusa. Podría haber escrito en el tiempo que he empleado en realizar tareas menos costosas, como meterme en Facebook, darme un baño caliente o escuchar música en el salón. Pero he procrastinado esta tarea que tanto me fascina porque en las últimas semanas ha coincidido con mi mudanza, Oktoberfest (semanas de caos, quien vive aquí sabe de qué hablo), una visita inesperada a Munich, mis múltiples trabajos (he empezado ya en la escuela infantil) y el blog ha bajado en mi ranking de prioridades. Además de eso, mi falta de libertad de pensamiento en el último tiempo ha impedido la inspiración y ocurrencia de ideas lo suficientemente buenas como para ser publicadas en mi blog, así que cualquier idea o bombilla que se iluminaba en mi mente acababa fundiéndose, fruto del tiempo de espera a ser desarrollada. Pero ahora que tras la tormenta ha regresado la calma, podría haber retomado tranquilamente y no lo he hecho. He procrastinado la tarea.
¡Pero aquí estoy de nuevo, luchando con este absurdo y perjudicial fenómeno y tras un fin de semana de recuperación en modo marmota, me encuentro llena de energía para retomar todas las tareas relevantes que tenía pendientes!
No volverá a pasar tanto tiempo hasta que vuelva a escribir...
A ver si es verdad, por lo menos aquí queda la prueba escrita.
¡Hasta muy pronto!
A mí me puede cada vez menos la procrastinación. Desde que me he puesto en serio a organizar mi tiempo de trabajo (sobre todo con el blog) con mi calendario y con los Pomodoros, la procrastinación no tiene espacio. Y tengo que reconocer que acostumbrarme a trabajar así está siendo genial, porque noto que soy más productiva y que el tiempo me cunde más.
ResponderEliminarSaludos de una PTBera ;)
Genial artículo! Me ha gustado que compartieras los estudios que se han hecho. A veces se critica a la ciencia por no estar en consonancia con los problemas cotidianos pero quizá lo que pasa es que se dé la difusión que necesita. Me interesa mucho este tema de la procrastinación. Poco a poco voy aprendiendo a cumplir con mi agenda.
ResponderEliminarGracias! Tengo que añadir que la bibliografía asegura que la causa es el exceso de perfeccionamiento pero en mi opinión personal, muchas veces la procrastinción se basa en el MIEDO, a expectativas negativas. El miedo a enfrentarse a una determinada situación genera una ansiedad que provoca la postergación de dicha situación, creyendo que estaremos mejor preparados en otro momento. Como consecuencia, a mayor prolongación del tiempo de ejecución, mayor es la ansiedad generada.
ResponderEliminarOs suena????
La evitación refuerza la conducta y se sigue procrastinando por refuerzo negativo. ;-)
ResponderEliminarEs seguro un factor, pero no soy nada partidaria de las teorías puramente conductistas. Un saludo!
EliminarNo sabia que andabas con los alemanes. Allí estuve yo varios años, de lo que me traje aparte de buenos momentos, un buen conocimiento del idioma, que me ha servido en mi profesión. La entrada muy instructiva, ahora entiendo tanto postergamiento por mi parte. Se comparte en mi viva40mas de facebook. Gracias.
ResponderEliminarGracias a tí Consuelo!!
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