Buenas tardes.
Se acabaron los viajes de este año 2014, que ya está bien. Estoy recién llegada de Praga, llena de energía y dispuesta a plasmar impresiones. Mi próxima parada ya es Madrid, pues como buena expatriada, vuelvo a casa por Navidad. El adviento ha comenzado y con él los últimos preparativos para los días festivos de Navidad. Por un lado las quejas han robado el protagonismo de las conversaciones triviales o smalltalks. Mis compañeros de trabajo llevan semanas compartiendo su estrés abiertamente: que si los regalos, las reuniones en familia, los planes con los niños, etc.
Por otro lado, las ciudades se transforman, se iluminan con motivos navideños y la gente sale a la calle a gastar su dinero alegre y descontroladamente así como a pasear por los mercadillos de Navidad. La Plaza Mayor y alrededores sería la zona madrileña que me vendría primero a la cabeza. En República Checa y en Alemania, entre otros países del centro-norte de Europa, abundan los mercadillos de madera invadidos por un fuerte aroma a castañas tostadas y a fruta garrapiñada.
El olor a canela inunda las calles y el frío polar invita a pedir un Glühwein (vino caliente con especias) o un buen chocolate caliente, con el fin de calentar las manos cuando uno empieza a sentir que van a desintegrarse. Eres incorporado casi sin quererlo a la organización de diversas comidas/cenas de Navidad en la que se producen los encuentros más entrañables. Qué cambiado está fulanito, qué bien le va a menganito. Familia lejana, cercana, amigos del colegio, de la universidad y de Erasmus. Ese que hace tanto que no ves y ese otro al que viste antes de ayer.
Todo esto que suena tan bonito es percibido y expresado por muchos como una auténtica tortura.
Las causas de esta distorsión tan gratuita de la que se supone es una de las más agradables épocas del año las desconozco, pero sí me gustaría enviarle una perspectiva algo más optimista a toda esa gente que con motivo o sin motivo, tanto se estresa. Diez son los puntos en los que he dividido estas acciones que a mí personalmente me sirven muchísimo. Una décimonovena acción podría ser el hecho de volver a casa, en mi caso este hecho envuelve a todos los demás, pero parto de la base de que este punto no es generalizable, pues muchos de vosotros o no volvéis a casa, o ya estáis en ella.
Bueno... ¿Vamos a ponerle algo de banda sonora a esto no?
Ahora bien, ponte cómodo que comenzamos...
Se acabaron los viajes de este año 2014, que ya está bien. Estoy recién llegada de Praga, llena de energía y dispuesta a plasmar impresiones. Mi próxima parada ya es Madrid, pues como buena expatriada, vuelvo a casa por Navidad. El adviento ha comenzado y con él los últimos preparativos para los días festivos de Navidad. Por un lado las quejas han robado el protagonismo de las conversaciones triviales o smalltalks. Mis compañeros de trabajo llevan semanas compartiendo su estrés abiertamente: que si los regalos, las reuniones en familia, los planes con los niños, etc.
Por otro lado, las ciudades se transforman, se iluminan con motivos navideños y la gente sale a la calle a gastar su dinero alegre y descontroladamente así como a pasear por los mercadillos de Navidad. La Plaza Mayor y alrededores sería la zona madrileña que me vendría primero a la cabeza. En República Checa y en Alemania, entre otros países del centro-norte de Europa, abundan los mercadillos de madera invadidos por un fuerte aroma a castañas tostadas y a fruta garrapiñada.
El olor a canela inunda las calles y el frío polar invita a pedir un Glühwein (vino caliente con especias) o un buen chocolate caliente, con el fin de calentar las manos cuando uno empieza a sentir que van a desintegrarse. Eres incorporado casi sin quererlo a la organización de diversas comidas/cenas de Navidad en la que se producen los encuentros más entrañables. Qué cambiado está fulanito, qué bien le va a menganito. Familia lejana, cercana, amigos del colegio, de la universidad y de Erasmus. Ese que hace tanto que no ves y ese otro al que viste antes de ayer.
Todo esto que suena tan bonito es percibido y expresado por muchos como una auténtica tortura.
Las causas de esta distorsión tan gratuita de la que se supone es una de las más agradables épocas del año las desconozco, pero sí me gustaría enviarle una perspectiva algo más optimista a toda esa gente que con motivo o sin motivo, tanto se estresa. Diez son los puntos en los que he dividido estas acciones que a mí personalmente me sirven muchísimo. Una décimonovena acción podría ser el hecho de volver a casa, en mi caso este hecho envuelve a todos los demás, pero parto de la base de que este punto no es generalizable, pues muchos de vosotros o no volvéis a casa, o ya estáis en ella.
Bueno... ¿Vamos a ponerle algo de banda sonora a esto no?
Ahora bien, ponte cómodo que comenzamos...