Como algunos sabéis, hace ya dos meses que comencé a trabajar en la unidad de psiquiatría de un hospital universitario de Múnich. En nuestra unidad tenemos un abanico amplio de enfermedades y trastornos pero la inmensa mayoría, exceptuando algún que otro trastorno de personalidad o problema de adicción, se encuadran dentro de los trastornos afectivos (depresión, trastorno bipolar, manía) y de la esquizofrenia.
De los trastornos afectivos hemos hablado ya en muchísimos artículos del blog. No solo podréis leer sobre ellos aquí, pues las redes sociales y en general internet está repleta de información sobre depresión, manía o trastorno bipolar. Es más, sin ir más lejos os diré con baja probabilidad de equivocarme, que en vuestro entorno próximo podríais nombrar al menos a una persona que sufra o haya sufrido un episodio de estos que acabo de nombrar.
Pero la esquizofrenia es otro tema. La esquizofrenia es una enfermedad rodeada de una centena de prejuicios y clichés de los que es difícil desprenderse a no ser que se tome contacto directo con el asunto. Las películas, el terrible pasado de la psiquiatría, con sus manicomios y el maltrato a los enfermos mentales, han hecho mucho daño a la idea actual que el mundo tiene de este campo. Una unidad psiquiátrica no es un lugar donde la gente grita, golpea su cabeza contra la pared y los episodios de violencia forman parte del día a día. No.
Luchando contra los prejuicios
Recuerdo los meses antes de empezar a trabajar. Yo misma estaba muerta de miedo, con la incertidumbre de saber si sería lo suficientemente fuerte emocionalmente para poder llevar a cabo un trabajo así. Tengo bastante experiencia en trastornos afectivos, pero jamás había tratado con nadie que tuviera esquizofrenia. Mi experiencia en esta área se reduce a un libro de psicopatología, y las reacciones de mis amigos, familiares y conocidos no ayudaban. "¿Qué miedo, no?", "Va a ser muy duro, tienes que prepararte psicológicamente", "Tiene que ser durísimo", "Pero estarás siempre acompañada, ¿no?", "trabajar con locos, puff, yo no podría", son algunos de los comentarios que escuché de mi entorno más cercano.
Nada más lejos de la realidad, increíblemente. El primer día de trabajo observaba a los pacientes con respeto, con distancia, pues los prejuicios aún resonaban en mi cabeza: "una persona con esquizofrenia es violenta", "es impredecible", "es incoherente", "es peligrosa".
Tengo que decir que la experiencia me está sorprendiendo positivamente, pues sí es cierto que hay personas que se ríen y hablan solas, se planifican sesiones de electroshock los martes y los viernes como en las pelis, hay pacientes que oyen voces y otros que no son capaces de levantarse de la cama en todo el día, pero no responden meramente al concepto de "locos" como mucha gente lamentablemente piensa, y esto puede sonar estúpidamente obvio, pero sé que con este artículo voy a desmontar la imagen que muchos de vosotros tenéis. Digamos que este trabajo está siendo a su vez una lección de vida que quiero compartir con vosotros. Voy a comenzar destrozando algunos mitos y explicando un poquito de esta enfermedad, tan misteriosa como fascinante, de manera puramente introductoria:
- Una persona con esquizofrenia no necesariamente salta a la vista. Muchas veces son conscientes de que sus síntomas son "anormales" y saben disimularlos de tal forma que solo a través de observación continua resulta posible hacer un diagnóstico claro.
- Una persona con esquizofrenia no es por ende violenta. De hecho, la inmensa mayoría no lo es. La ansiedad generada por las alucinaciones o la excitación pueden dar lugar a autolesiones o a algún tipo de comentario desafortunado, pero la violencia física solo ocurre en un minimísimo porcentaje de los casos.
- Una persona con esquizofrenia no es solo una persona con esquizofrenia. Qué frase tan estúpida, ¿verdad? Pues con ella quiero decir mucho más. La persona es primero persona, con su individualidad, su historia de vida, sus experiencias, sus gustos y aficiones, su personalidad, sus emociones, pensamientos, ideas, su talento, sus capacidades y habilidades, su inteligencia, creatividad... y además, vive con una enfermedad mental, biológica, como el que vive con una enfermedad del corazón.
- La esquizofrenia no es universal. Hay varios tipos dependiendo de los síntomas, en muchos casos es difícil realizar un diagnóstico preciso y por ello se tiende a hablar de síndrome (conjunto de síntomas) que responde a la definición de la enfermedad. Cada persona es única y por consiguiente, cada esquizofrenia es única, con sus síntomas específicos y peculiaridades.
Dependiendo de la predominancia de síntomas positivos o negativos se han utilizado hasta hace poco los siguientes subtipos para hacer alguna distinción y poder poner una etiqueta, aunque en la práctica hay muchos casos que no hay por donde cogerlos ni donde meterlos:
- El mayor sufrimiento es la incomprensión. La enfermedad en sí puede resultar desagradable en muchos casos, pues muchas veces las alucinaciones son voces imperativas o creencias negativas. Pero la incomprensión del entorno produce un malestar cada vez mayor que en cierto punto resulta insoportable y promueve el aislamiento social, fracaso académico o laboral, problemas familiares y/o conyugales, además de desencadenar en muchos casos un cuadro depresivo adyacente a la enfermedad principal.
La comprensión por parte del entorno ya supone un tremendo alivio para el enfermo. Aceptar, no juzgar y hablar con naturalidad de lo que está ocurriendo es importante y altamente terapéutico.
Bueno, esto ha sido una pequeña introducción a esta enfermedad tan ignorada como mitificada. Yo continúo aprendiendo cada día y me está apasionando mucho. Continuaré compartiendo más experiencias, no solo porque me apasiona sino porque pienso también en la utilidad de dar a conocer lo que sucede en los psiquiátricos, de no mantener la información dentro de esas cuatro paredes, de evitar los históricos mitos, estigmas, falsas creencias. Es fascinante y súper gratificante sentirse formada y capaz de ayudar a personas que sufren por algo que les ha tocado vivir. Enfrentarse cada día a situaciones que suponen un reto y que dependa de tus decisiones el alcance o no de éste. Sentirse responsable del avance positivo de estas personas, de sus logros, de sus pasos.
En el próximo artículo continuamos hablando de los tipos de alucinaciones y delirios, así como del tratamiento, terapias, pronóstico, datos demográficos y estadísticos. Hasta entonces...
¡Que tengáis una buena semana!
De los trastornos afectivos hemos hablado ya en muchísimos artículos del blog. No solo podréis leer sobre ellos aquí, pues las redes sociales y en general internet está repleta de información sobre depresión, manía o trastorno bipolar. Es más, sin ir más lejos os diré con baja probabilidad de equivocarme, que en vuestro entorno próximo podríais nombrar al menos a una persona que sufra o haya sufrido un episodio de estos que acabo de nombrar.
Pero la esquizofrenia es otro tema. La esquizofrenia es una enfermedad rodeada de una centena de prejuicios y clichés de los que es difícil desprenderse a no ser que se tome contacto directo con el asunto. Las películas, el terrible pasado de la psiquiatría, con sus manicomios y el maltrato a los enfermos mentales, han hecho mucho daño a la idea actual que el mundo tiene de este campo. Una unidad psiquiátrica no es un lugar donde la gente grita, golpea su cabeza contra la pared y los episodios de violencia forman parte del día a día. No.
Luchando contra los prejuicios
Recuerdo los meses antes de empezar a trabajar. Yo misma estaba muerta de miedo, con la incertidumbre de saber si sería lo suficientemente fuerte emocionalmente para poder llevar a cabo un trabajo así. Tengo bastante experiencia en trastornos afectivos, pero jamás había tratado con nadie que tuviera esquizofrenia. Mi experiencia en esta área se reduce a un libro de psicopatología, y las reacciones de mis amigos, familiares y conocidos no ayudaban. "¿Qué miedo, no?", "Va a ser muy duro, tienes que prepararte psicológicamente", "Tiene que ser durísimo", "Pero estarás siempre acompañada, ¿no?", "trabajar con locos, puff, yo no podría", son algunos de los comentarios que escuché de mi entorno más cercano.
Nada más lejos de la realidad, increíblemente. El primer día de trabajo observaba a los pacientes con respeto, con distancia, pues los prejuicios aún resonaban en mi cabeza: "una persona con esquizofrenia es violenta", "es impredecible", "es incoherente", "es peligrosa".
Tengo que decir que la experiencia me está sorprendiendo positivamente, pues sí es cierto que hay personas que se ríen y hablan solas, se planifican sesiones de electroshock los martes y los viernes como en las pelis, hay pacientes que oyen voces y otros que no son capaces de levantarse de la cama en todo el día, pero no responden meramente al concepto de "locos" como mucha gente lamentablemente piensa, y esto puede sonar estúpidamente obvio, pero sé que con este artículo voy a desmontar la imagen que muchos de vosotros tenéis. Digamos que este trabajo está siendo a su vez una lección de vida que quiero compartir con vosotros. Voy a comenzar destrozando algunos mitos y explicando un poquito de esta enfermedad, tan misteriosa como fascinante, de manera puramente introductoria:
- Una persona con esquizofrenia no necesariamente salta a la vista. Muchas veces son conscientes de que sus síntomas son "anormales" y saben disimularlos de tal forma que solo a través de observación continua resulta posible hacer un diagnóstico claro.
- Una persona con esquizofrenia no es por ende violenta. De hecho, la inmensa mayoría no lo es. La ansiedad generada por las alucinaciones o la excitación pueden dar lugar a autolesiones o a algún tipo de comentario desafortunado, pero la violencia física solo ocurre en un minimísimo porcentaje de los casos.
- Una persona con esquizofrenia no es solo una persona con esquizofrenia. Qué frase tan estúpida, ¿verdad? Pues con ella quiero decir mucho más. La persona es primero persona, con su individualidad, su historia de vida, sus experiencias, sus gustos y aficiones, su personalidad, sus emociones, pensamientos, ideas, su talento, sus capacidades y habilidades, su inteligencia, creatividad... y además, vive con una enfermedad mental, biológica, como el que vive con una enfermedad del corazón.
Vivir con esquizofrenia supone una relación para toda la vida con determinados psicofármacos. |
- La esquizofrenia no es universal. Hay varios tipos dependiendo de los síntomas, en muchos casos es difícil realizar un diagnóstico preciso y por ello se tiende a hablar de síndrome (conjunto de síntomas) que responde a la definición de la enfermedad. Cada persona es única y por consiguiente, cada esquizofrenia es única, con sus síntomas específicos y peculiaridades.
Dependiendo de la predominancia de síntomas positivos o negativos se han utilizado hasta hace poco los siguientes subtipos para hacer alguna distinción y poder poner una etiqueta, aunque en la práctica hay muchos casos que no hay por donde cogerlos ni donde meterlos:
- Paranoide: Es el subtipo más común y se caracteriza principalmente por síntomas positivos como delirios y alucinaciones (mayoritariamente acústicas). Las ideas delirantes suelen estar organizadas alrededor de algún tema coherente. Síntomas asociados suelen ser la ira, ansiedad, retraimiento y tendencia a discutir.
- Hebefrénica o desorganizada: Este subtipo suele ser protagonizado por personas jóvenes, es decir, tiene un inicio temprano. Las características principales son el lenguaje y comportamiento desorganizado (muecas, manierismos) y alteraciones emocionales marcadas. Pueden existir delirios y alucinaciones, pero estas no están asociadas a un tema coherente.
- Catatónica: Las personas con esquizofrenia catatónica suelen tener predominantemente síntomas psicomotores. La alteración del sistema psicomotor incluye inmovilidad, actividad motora excesiva, mutismo o movimientos voluntarios peculiares. Pueden darse posturas rígidas o inapropiadas.
- Simple: Predominan los síntomas negativos, es decir, el retraimiento y aislamiento social, la pobreza de lenguaje, la falta de concentración y letargo, entre otros.
- No diferenciada: Mezcla de síntomas que no permite encuadrar la enfermedad en ninguno de los subtipos anteriores.
He nombrado algunas veces los síntomas negativos y los positivos... ¿Pero qué son?
+ SÍNTOMAS POSITIVOS +
Todos los que suponen un "exceso de funcionamiento" de la persona, por entender un poco el concepto. Es decir, a este grupo corresponderían las:
ideas delirantesalucinacioneslenguaje desorganizadoagitación (movimiento excesivo)comportamiento desorganizado
- SÍNTOMAS NEGATIVOS -
Son aquellos que suponen un "déficit de funcionamiento" por parte de la persona, una disminución del funcionamiento normal. En este grupo se incluirían síntomas como:
aplanamiento afectivo
aislamiento social
disminución de la fluidez del pensamiento
disminución de la concentración
depresión
apatía
desinterés
anhedonia (falta de respuesta emocional)
inmovilidad
Y continuamos con los mitos...
- La esquizofrenia tiene tratamiento. Por suerte, nos encontramos ante una enfermedad tratable. La farmacoterapia está muy avanzada y el apoyo social, así como la psicoterapia y otros tipos de terapias adyacentes (ergoterapia, arteterapia, terapia deportiva, social & cognitive training) constituyen un marco terapèutico con un pronóstico bastante favorable. El mayor problema de esta enfermedad no es su cura, sino la falta de acceso a atención sanitaria que existe en muchos países así como la estigmatización que sufren las personas con esquizofrenia en la sociedad.
La comprensión por parte del entorno ya supone un tremendo alivio para el enfermo. Aceptar, no juzgar y hablar con naturalidad de lo que está ocurriendo es importante y altamente terapéutico.
Bueno, esto ha sido una pequeña introducción a esta enfermedad tan ignorada como mitificada. Yo continúo aprendiendo cada día y me está apasionando mucho. Continuaré compartiendo más experiencias, no solo porque me apasiona sino porque pienso también en la utilidad de dar a conocer lo que sucede en los psiquiátricos, de no mantener la información dentro de esas cuatro paredes, de evitar los históricos mitos, estigmas, falsas creencias. Es fascinante y súper gratificante sentirse formada y capaz de ayudar a personas que sufren por algo que les ha tocado vivir. Enfrentarse cada día a situaciones que suponen un reto y que dependa de tus decisiones el alcance o no de éste. Sentirse responsable del avance positivo de estas personas, de sus logros, de sus pasos.
En el próximo artículo continuamos hablando de los tipos de alucinaciones y delirios, así como del tratamiento, terapias, pronóstico, datos demográficos y estadísticos. Hasta entonces...
¡Que tengáis una buena semana!
Es llamativo que nuestros ancestros los monos se depriman pero no entren en la psicosis. Será la psicosis un producto de nuestra cultura?
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