Sigmund Freud (1856-1939) |
Si hay algo que aprendí en la universidades europeas (concretamente en España y en Alemania, que es donde he estudiado psicología) es que el psicoanálisis pertenece "al pasado". Es importante, pues forma parte de la historia de la psicología y ha aportado muchas cosas a la psicología de hoy, pero no es actual, está obsoleto. No es objetivable, es difícil de operacionalizar, es largo y bastante complicado de estudiar, seas alumno o científico. Los países del primer mundo tenemos la bonita manía o fea costumbre, de creer que nuestra manera de conocer el entorno en el momento en el que estamos, es incuestionable. Los conductistas creyeron en los 50 radicalmente en que lo no observable no existía, y mucho menos podía ser objeto de estudio. Y haberte atrevido tú en esa época a llevarles la contraria. Ahora está de moda conocer el mundo a través del método científico. Dentro de este marco, la estadística es la que define el mundo por excelencia. La validez, la fiabilidad, son conceptos que sellan nuestras indagaciones con la verdad "absoluta" (porque somos tan dogmáticos que no somos capaces de admitir la relatividad, y si el 70% de un estudio de un grupito de personas que tomó aceite de oliva no desarrolló cáncer, promulgamos alegremente que el aceite de oliva previene el cáncer, y así pasarán los años hasta que otro estudio demuestre lo contrario). Y todo aquello que no encaje en este modelo, no es válido, ni fiable, ni científico, y por lo tanto no tiene nada de verdad.
El psicoanálisis nació de la interpretación, fijate tú lo que tendrá de objetivo. Encajaba con los modelos epistemológicos de entonces y además parecía tener éxito en la práctica. Los pacientes con histeria y trastornos de personalidad se curaban en manos de Freud y sus discípulos y parece que se podía dar una segunda oportunidad a todas aquellas personas "locas" denigradas y marginadas por la sociedad en los famosos manicomios. ¿Por qué iba nadie a cuestionarse su validez? El psicoanálisis era la panacea. Pero los tiempos cambian, el capitalismo mueve el mundo y la ciencia se ha apoderado de nuestro modo de saber. Y de ahí se abrió un determinante debate: El psicoanálisis tiene mucha fuerza, sí, mucha evidencia empírica y décadas de desarrollo y experiencia, pero no encaja en el modelo de la ciencia, es largo, no es rentable, no encaja en el capitalismo. ¿Qué hacemos? Vamos a intentar estudiarlo. Pero los estudios son pocos, no tienen suficiente fuerza. No nos queda otra que darlo por viejo, no sirve, no vale.