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martes, 16 de julio de 2013

La palabra crisis está de moda.

Definitivamente. Crisis de pareja, crisis económica, crisis de los cuarenta... Como de la primera ya podéis encontrar un par de artículos en el blog y la segunda sale a la luz en cualquier tipo de conversación que entablamos (de sobremesa, un saludo casual, de encuentro con los amigos, etc.), voy a centrarme un poco más en la tercera, que de alguna forma y sorprendentemente es de la que menos informada estaba, antes de escribir el artículo claro, pues a todos nos suena, pero pocos saben de qué se trata exactamente. ¿Existe acaso o es una simple etiqueta para describir la mala aceptación del paso de los años? Sabemos que la adolescencia supone una revolución o cocktail hormonal, sabemos que la menopausia altera el estado de ánimo y el peso de las mujeres, entre otras cosas. ¿Pero qué ocurre a los cuarenta?

Me ha encantado la ironía tan astuta de esta fotografía :)
La crisis de los cuarenta o crisis de mediana edad (middle-life crisis) es comúnmente conocida pero no consta en ninguna clasificación psicológica o psiquiátrica oficial (solo faltaba). Voy a empezar explicando rápidamente el significado de la palabra crisis, pues la utilizamos alegremente pero, si te pregunto qué significa, ¿sabrías responderme de forma precisa?
La R.A.E. le atribuye nada más y nada menos que siete acepciones:
  • Cambio brusco en el curso de una enfermedad, para mejorar o agravarse.
  • Mutación importante en el desarrollo de otros procesos
  • Situación de un proceso cuando se está en duda de continuación, modificación o cese.
  • Momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes.
  • Juicio que se hace algo después de haberlo examinado cuidadosamente.
  • Escasez, carestía.
  • Situación dificultosa o complicada
Bien, ahora podemos continuar hablando de la crisis de los cuarenta. Fue descrita por primera vez por E. Erikson, el autor de la Teoría psicosocial. Según él, en esta etapa de la vida las personas analizan su situación profesional y personal y evalúan si los logros en ambos campos les satisfacen. Generalmente se produce una reestructuración o reorganización de la identidad, que incluye una readaptación a la imagen corporal (comienzan a acentuarse las canas, las arrugas, la celulitis en mujeres, etc.), una redefinición de las relaciones familiares (padres, hijos, pareja) y una evaluación de los objetivos que se propusieron en la etapa de la adolescencia y su curso a los largo de los años. Es casi imposible predecir cuánto tiempo vamos a vivir, pero la visión de futuro ya no es tan a largo plazo y comienzan a generarse cuestiones que no habían surgido antes, sobre lo que se ha hecho y lo que queda por hacer.



En esta etapa de la vida los hombres necesitan sentirse imprescindibles, emocional o profesionalmente, así como reafirmarse. Las preguntas: ¿Para qué estoy yo aquí? ¿Cuál es el sentido de mi vida? Surgen con frecuencia en la mente masculina. Las mujeres sin embargo tienden a echar de menos y a querer cumplir todos aquellos sueños que se habían planteado en la adolescencia y que no han sido cumplidos. También comienzan las preocupaciones por los signos físicos que produce el paso del tiempo y la tendencia al "arreglo" de estos signos, con el fin de desacelerar el envejecimiento y continuar así pareciendo jóvenes y sintiéndose atractivas. Esto último sucede cada vez más en hombres (de nuevo tendrán que ver en esto los medios de comunicación).
La percepción y conciencia de que la vida es finita, lleva a realizar en los mejores casos cambios positivos para la salud como dejar de fumar, cuidar la alimentación, ir con más frecuencia al médico o aumentar la práctica de ejercicio físico.

Aquellos que están en pareja durante esta etapa, suelen presenciar con frecuencia un aumento de discusiones y desacuerdos -lo que suele derivar en un proyecto de vida bifurcado, por lo que las actividades individuales brillan por su presencia, reemplazando los anteriores planes y encuentros de la pareja-, y una tendencia a experimentar rutina, aburrimiento, insatisfacción sexual y emocional, derivado casi todo de los cambios hormonales. Tiene por ello bastante lógica que la cifra de separaciones o divorcios que se producen en esta etapa vital aumente, en todas aquellas parejas que no consiguen superar las adversidades que supone esta época de cambios.




Hay quien se queda estancado en esta depresión, así como en las reflexiones, y hay quien avanza y supera los obstáculos con inteligencia y elegancia, pues todo cambio supone una OPORTUNIDAD para crecer, para aprender, para desarrollarse tanto a nivel individual, como a nivel de pareja y a nivel profesional.
Este periodo de reflexiones, de planteamiento de dudas y problemas, puede ser visto como el camino hacia nuevas soluciones, como un periodo de readaptación que nos conduzcan a disfrutar con mayor plenitud de la madurez que supone tener cuarenta años a las espaldas.

¿Una ventaja a tener en cuenta? (para todos aquellos que os encontréis en dicha etapa o la tengáis en un futuro) Parece que en las últimas décadas el estigma social de "cuarentón" ha ido desapareciendo, pues cada vez son más los cuarentañeros solteros o divorciados; el objetivo de la vida ha dejado de ser exclusivamente "casarse y tener hijos" y no necesariamente "se te pasa el arroz" cuando pasas de los treinta.

Concluyo el artículo de hoy aportando mi opinión. Cada edad tiene diferentes cosas que ofrecer y aquél que sea lo suficientemente inteligente se centrará en disfrutar de todo aquello positivo que le brinda la etapa presente, en este caso mencionamos los "cuarenta - cuarenta-y-tantos", una etapa que por cierto no volverá jamás, y que los de veinte todavía no tienen el placer de disfrutar.

¡Hasta muy pronto!


"Cada edad de la vida es nueva para nosotros; no importa cuántos años tengamos, aún nos aqueja la inexperiencia" (François De La Rochefoucauld)


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