jueves, 26 de septiembre de 2013

GO with the FLOW

Qué frívolo y banal suena el título de mi nuevo artículo. Si fuera yo la que leyera un título así en la red, es más que probable que no me atrayera nada entrar a leerlo. No lo haría. Lo sé. Pero yo confío en que confiáis (valga la redundancia) en la calidad de mis contenidos, así como confío en que hayáis oido la palabra "flow" en alguna otra ocasión algo más seria, pues metida en esa frase podemos caer fácilmente en el error de relacionarla con ridículas, comerciales, sobrevaloradas y explotadas frases de moda (moda pasada para mi gusto) como Y.O.L.O. o carpe diem. 

Qué vergüenza ajena me dan esas frases, dicho sea de paso.

Pues bueno, no es una palabra cool ni una moda. Es un concepto científico de la psicología positiva. Os lo juro. Y para que terminéis de creerme os voy a contar un poquito más acerca de este concepto de forma breve e introductoria, así podré relajarme con la palabra y utilizarla abiertamente en próximos artículos sin parecer imbécil.

Espera, me gustaría ponerle una banda sonora a tu lectura. No por nada especial, pero ha sido empezar a escribir sobre el tema y mi mente ha empezado a tararear esta canción, debe ser que pega de fondo. Mi subconsciente es bastante gracioso a veces y le pone banda sonora a las cosas.
Si te apetece seguirme, puedes escucharla tú también mientras sigues leyendo, yo me la voy a poner mientras sigo escribiendo.


(Si estás en Alemania, te toca buscarla en DailyMotion, así que entiendo que pases. ¡Lo siento! Nuestro querido país censura todos los vídeos por violación de derechos, ya sabes)

El concepto "flow" puede ser traducido como "flujo" y fue nombrado por primera vez en 1975 por un psicólogo conocidísimo en el área de la psicología positiva y que tiene el sencillo nombre de Mihaly Csikszentmihalyi. No, no se me ha caído la cabeza en el teclado mientras escribía ni ha venido mi hermana pequeña que no tengo a teclar al túntún para molestar, este es un apellido real, existe, y como sé que ni os habéis detenido a leerlo y pronunciarlo por pereza, a partir de ahora en mi blog será nombrado solamente Mihaly por razones obvias, pues no me puedo dedicar lo que me queda de vida a copiar de Google el nombre de este señor cada vez que escriba. No es mi culpa que sus padres se atragantaran el día que fueron a declarar su nombre en el Registro Civil.





martes, 24 de septiembre de 2013

Nada tan bueno como ser SERENO.


Si hay algo que nuestra cultura occidental nos dificulta extremadamente es alcanzar el estado de permanente serenidad.

Estamos inmersos en una sociedad exigente, impaciente, ansiosa. Vivimos deprisa. El tiempo es oro. El tiempo es dinero. Pero bueno, ¿Quién te ha dicho esas mentiras? Y tú que eres inteligente y piensas críticamente... evalúa estos valores y sopesa si merecería la pena modificar o reestructurar los esquemas que te han enseñado sobre el mundo que conoces.

Todavía no es demasiado tarde para reeducarse, para corregir todo aquello que hemos aprendido que no nos sirve porque no nos hace felices.


Qué entendemos por serenidad

La palabra serenidad en alemán es “Gelassenheit”. Ge-lassen-heit. Lassen significa dejar, y forma parte de este sustativo porque el significado de esta palabra puede ser analizada y entendida a partir de dos verbos derivados: loslassen, que significa „dejar ir“ y zulassen, que podemos traducir como „aceptar, recibir del entorno“.

Se trata de saber dejar ir ideas fijas, obsesiones ciegas, objetivos concretos, juicios determinados. A su misma vez hace referencia a ser capaz de aceptar las cosas tal y como vienen, de aceptar situaciones nuevas o caóticas, contrariedades, de superar miedos. Podemos describir la serenidad como una pasividad activa o una actividad pasiva.

Significa respirar, no ahogarse.

El que todo lo acepta, pierde identidad. El que todo lo deja ir, tiene una débil personalidad. La serenidad no consiste en eso. Consiste en encontrar el equilibrio entre polos extremos. Solo el que es abierto y cerrado, limitado y curioso, conservador y progresista, evitador y buscador, es un auténtico maestro de la serenidad.

Pero a nosotros nos han enseñado lo contrario. La sociedad de Occidente en general y nuestra cultura en particular transmiten unos valores postmodernos mitificados y muy poco apropiados, hasta ahora nos han hecho creerlos e interiorizarlos y son estos mitos los que nos impiden alcanzar este estado mental tan positivo.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Volver a empezar... ¡¡otra vez!!

La televisión lo anunciaba al acercarse el fin del verano: la hora de volver al colegio se acerca, la hora de empezar un nuevo curso.

Volver a comprar zapatos y libros... volver a encontrar a tus viejos amigos...

...y juntos volver, a empezar...

Los nervios nos invaden las semanas previas y ya estamos soñando con el primer día de colegio, intrigados por saber cómo serán los nuevos profesores, cómo serán de difíciles las nuevas asignaturas, cómo habrán cambiado nuestros compañeros y amigos durante el verano (fíjate que eran solo dos meses, pero hay que ver lo que cambiaban algunos) o quién habrá venido nuevo a clase. Las ganas de utilizar todo el material nuevo nos pueden, llevándonos a hacer cosas que durante el año jamás haríamos, como forrar juiciosamente los libros intentando que no salgan pompas, hojear curiosos de antemano alguno de ellos esnifando ese olor a nuevo -siempre y cuando no fuera un libro heredado, en cuyo caso nos pondríamos a buscar dibujitos o frases fruto del aburrimiento en clase de nuestro antecesor- para anticipar lo que vamos a aprender ese nuevo curso u ordenar los bolígrafos en el nuevo estuche (que está impecable y que acabará sucio y lleno de firmas al terminar el curso).
La caligrafía de los cuadernos será en las primeras páginas digna de ser presentada a un concurso, apreciándose pura limpieza, esmero y cierto toque minimalista. No es así a medida que avanzan las semanas, cuando la aparición de las fechas deja de seguir una continuidad para pasar a ser alternadas, la limpieza y el minimalismo son sustituídas por el tippex y los tachones y la caligrafía pierde su belleza y rectitud asemejándose más a garabatos de parvulario.

Y no solo los niños vuelven a empezar.

Para muchos adultos el mes de Septiembre es algo así como el principio de un nuevo año. Debe ser por continuar la ya cosechada tradición escolar. Terminado el verano, estación de máxima euforia, de mayor número de horas de sol y calor, retorna uno a la vida rutinaria, a los días grises, al tiempo frío (en ocasiones lluvioso), a la jornada de trabajo. Pero no suele ser la misma rutina que antes de verano. Comienza, se construye una nueva y no sé vosotros pero para mí supone generalmente una etapa de cambios relativamente bruscos, un antes y un después, cambios más radicales que los que puedan producirse en otros meses del año, aunque cambios vitales pueden ocurrir en cualquier época del año por supuesto. Vemos los meses venideros como una nueva oportunidad, como un folio en blanco, nos proponemos nuevos objetivos, nuevos proyectos e ilusiones, la motivación vuelve con las pilas recargadas y podemos percibir un ligero aumento de activación, de energía.

Es además muy necesario y saludable generar cambios cada cierto tiempo. Pueden ser desde un corte de pelo, pasando por un cambio en la posición de los muebles de la casa, o incluso hasta un cambio de ciudad.

Septiembre es definitivamente un mes que me cae bien.

Este año 2013 estaba siendo sospechosamente estable y al llegar Septiembre suponía que algo tenía que pasar. Y efectivamente. El aire se renueva, pues dos novedades se incorporan a mi vida: Nuevo hogar y nuevo trabajo. Y como novedades la verdad es que no son precisamente moco de pavo. El nuevo hogar, con todo lo que ello conlleva: compra de muebles nuevos, adaptación, mudanza, etc. No incumbe en absoluto en la redacción del blog. La otra novedad sin embargo, que es la que más va a influir con bastante seguridad en futuros artículos y razón por la cual hago alusión a la vuelta al cole, es que empiezo unas prácticas como psicóloga cuatro meses en una escuela infantil. Sí, a la vez que mis otros trabajos, por si no me parecían suficientes, pero aunque suene ridículo, esta vez ha sido el trabajo el que me ha buscado a mí. Digamos que conocí a la directora, la conversación fue muy agradable, teníamos muchas cosas en común y a los pocos días me escribió haciéndome una de esas ofertas que no puedes rechazar, adaptando los potenciales horarios a los míos actuales. Y sí, todos los niños son menores de tres años, por si no pasaba ya suficiente tiempo con bebés. Pero es a la educación a lo que me quiero dedicar como psicóloga. Y me encanta. Y disfruto como si de mi tiempo libre se tratara. Así que estoy segura de que ambos van a ser cambios muy positivos.

Oktoberfest München 2013
Algo que también sucede en mi ciudad en concreto y que no supone un cambio definitivo pero sí da pie a que sucedan más cambios es que el 21 de Septiembre - este sábado, comienza la Wies´n (oficialmente conocida como Oktoberfest). Millones de turistas de todo el mundo visitan la ciudad trayendo consigo una atmósfera internacional, alegre y despreocupada que contagian a la ciudad entera. Todos vienen con el mismo objetivo: pasárselo bien. Durante esas tres semanas parece que estés viviendo en una ciudad diferente, pues se trasforma por completo, impregnándose de relajación y de celebración, que lleva a los alemanes durante tres semanas a descargar toda la tensión que llevan acumulando el resto del año. Estés o no estés trabajando, es imposible evadirse del evento, pues hasta los trabajadores van con otro humor a sus lugares de trabajo e incluso vestidos con el traje típico de Baviera, los lederhosen (o el dirndl para las chicas). Todo desliz es comprensible y está permitido durante este periodo. No es de extrañar que alguno aparezca en la oficina con una tremenda resaca o incluso aún en estado ebrio, a veces incluso es el jefe el que puede aparecer en se estado. Os invito a que vengáis a conocerlo si aún no habéis venido, pues de todos los festivales europeos, es sin duda de los que más merecen la pena.

Próximamente los artículos publicados tratarán en su mayoría sobre psicología evolutiva y psicología positiva, como el de la semana pasada sobre la gratitud, para comenzar esta "nueva etapa de cambios" con muy buen pie.


¡¡¡PROST !!!!



Prrrrrrrrrrrrrrooooooooost!!!!!!

Os dejo el famoso anuncio que me ha inspirado, aunque el original es de años previos a este:



Y un monólogo de Manu Sánchez sobre la vuelta al cole... Tiene un par de puntos muuuy buenos. ¡¡Reirse un rato es gratis y aporta una buena dosis de buen humor y positivismo!!
















¿Y a tí? 

¿Qué cambios te ha traído Septiembre?

martes, 10 de septiembre de 2013

Es de bien nacido ser agradecido.


La gratitud es una auténtica declaración de amor a la vida.

La gratitud es de hecho una llave maestra que abre las puertas de la libertad, de la satisfacción, del bienestar y de la alegría.




Cuando uno está siempre insatisfecho con su vida o con uno mismo

Antes de leer este artículo vamos a ponernos cómodos porque el momento de lectura tiene que ser un momento relajante. Tras un primer vistazo el texto te habrá parecido un poco largo, es posible. Sobretodo si no eres una persona que lee a menudo. Pero créeme, llegarás al final antes de que hayas podido darte cuenta. Y antes de que eso pase, vamos a prepararnos un relaxing cup of café con leche, a sentarnos tranquilos frente al ordenador, y a por ello.

A por ello... a por qué "ello"...

A por el bienestar, a por el optimismo ese del que tanto habla todo el mundo y que tanto nos cuesta mantener, a por la gratitud que está escondida en alguna parte de tu mente. Te ayudo a buscarla. O mejor dicho a encontrarla. Yo ya estoy lista, aquí delante de la pantalla dispuesta a plasmar mi colección de reflexiones.

Existen dos tipos de comparaciones. Las comparaciones ascendentes y las descendentes. Los seres humanos tendemos a hacer comparaciones ascendentes. Hay quien opina que es por cuestiones evolutivas. Puede ser. Nos comparamos con aquellos que tienen más que nosotros. Con el futuro que queremos y que está por llegar. El rubio quiere ser moreno. El bajo quiere ser alto. El que gana 5.000 euros al mes se compara con el millonario. El que apenas llega a 400 se compara con aquel que tiene para vivir.
De hecho, y haciendo alusión al factor económico en relación con el bienestar y la satisfacción personal, cabe mencionar un famoso estudio que demuestra que la influencia de los ingresos en la felicidad tiene mucho que ver con el entorno del individuo. Si a uno le suben el sueldo y a los que le rodean no, la felicidad y satisfacción aumentan pero si a uno le suben el sueldo y a los demás también, el nivel de felicidad no varía en absoluto. Muy interesante, os dejo el link al final del artículo por si os interesa informaros más acerca de este tema. Como estaba diciendo, con poca frecuencia hacemos comparaciones con aquellos que son, tienen u obtienen menos, pues poco nos aporta. O eso nos hacen creer.

Te voy a proponer un salto a las comparaciones descendentes. Se trata de un salvavidas, un muelle, una pila. Se trata de que tú eres una linterna y estás apuntando el foco en una dirección: hacia todo aquello que no tienes y que supuestamente te hace falta. Como el espacio que abarca el foco está ocupado con todo eso, todo aquello que sí tienes queda oculto en la oscuridad. El cambio es tan simple como cambiar la dirección de la linterna. Enfocar la luz hacia TU dirección. Y al contrario de lo que muchos puedan pensar, este cambio te permite no solo avanzar igual o más en la vida, sino estar más satisfecho con ella y en definitiva, más feliz.
Lo que te estoy proponiendo es un cambio de actitud, un sencillo cambio de estilo de pensamiento. Tan sencillo que lo puedes hacer tú mismo, y por eso me ha parecido un tema propio para cerrar el periodo estival, para entrar con buen pie en la estación otoñal.

No te preocupes, no te voy a mandar deberes. A nadie le gusta que le manden deberes. Te voy a mandar "siteapetecen". Puedes no hacerlo, hacerlo una vez al día, hacerlo al levantarte y antes de acostarte o hacerlo cuando te acuerdes. Si te sirve y te produce bienestar, lo repetirás, si no, olvidarás este artículo para no volver a recordarlo, a no ser que vuelvas a él casualmente la próxima vez que pasees por el blog.


Piensa en los miles de millones de personas que somos en el mundo. Muchos más de la mitad no tienen sus necesidades básicas cubiertas. Piensa en la suerte de cada uno. Poniéndonos extremos, piensa en cuánta gente ha tenido una infancia traumática, ha pasado hambre, maltrato físico, ha nacido con una deficiencia física o psíquica, ha crecido sin padres o con éstos pero sufriendo graves problemas de diversos tipos, ha vivido o vive un periodo de guerra o ha visto morir a sus seres queridos de forma sangrienta. No estoy siendo dramática, te describo brevemente casos reales, que existen y están ahí fuera ocurriendo día a día, mientras tú estás tan tranquilito leyendo mi blog y tomándote tu ya famoso relaxing cup of café con leche.

Lo que pretendo con esto es que pienses en los casos más extremos y luego te mires a tí. Piensa ahora en todas las cosas que tú tienes, que mucha gente no tiene y no puede tener. No se trata de creerte o sentirte mejor, sino de ser consciente de qué cosas y no necesariamente cosas posees y de la suerte que tienes. Por ridículo que parezca, lo primero que suele pensar la gente es en "macrocosas": tengo una casa, un trabajo, un coche, tengo una familia o hijos que me quieren... Fenomenal. Un buen comienzo. Pero yo voy más allá, yo quiero que lleves a tu conciencia también las "microcosas", esas pequeñas cosas que suelen ser llamadas detalles, y que aunque parezca todavía más ridículo, LA MAYORÍA DE LAS PERSONAS DAN POR HECHO.


¿A qué cosas me estoy refiriendo? Hace un par de años, atravesando una época ligeramente desafortunada, decidí hacer precisamente este cambio, centrarme a diario en todo aquello que tenía y dar GRACIAS. Puedes creerlo: empiezas el día con otra visión, con otro ánimo. Todas las mañanas mientras desayunaba recitaba mentalmente todo aquello que se me ocurría por lo que podía dar gracias. Por más simple que parezca, las pequeñas cosas de nuestro día a día hay gente que no las tiene. Te pongo algunos ejemplos que pueden inspirar, cada uno adapta este ejercicio a sí mismo y a su vida:

- Gracias: Por poder disfrutar de este desayuno, por tener la oportunidad de estudiar, por tener un colchón donde dormir, por vivir en el primer mundo, por tener agua caliente, por tener tan buenas amistades, por no pasar nunca sed ni hambre, por saber leer y escribir, gracias por tener todas las partes del cuerpo enteras, gracias por tener buena salud, porque todos los miembros de la familia también la tengan...

La gratitud es una emoción positiva universal. Una de las más poderosas sin duda. Forma parte entre otras emociones del campo de la psicología positiva, fundada por el Dr. Martin Seligman, al que personalmente me gustaría llegar a conocer algún día, pues resumiendo mucho, este genio ha dado un giro al enfoque de la psicología, siempre centrada a lo largo de la historia en trastornos, en enfermedades y en diversas terapias para precisamente girar la linterna de esta ciencia y alumbrar la parte positiva de los individuos, potenciando y reforzando todas las emociones y características positivas para elevar el nivel de felicidad a su máxima potencia y prevenir desequilibrios y trastornos mentales. Una vía alternativa para promover la buena salud mental y hasta día de hoy está obteniendo resultados más que convincentes.

La gratitud es una virtud, es medible, es una emoción moral que merece la pena trabajar y fortalecer para impulsarnos a ser personas más satisfechas, más altruistas y en general, más felices.

Así que ya sabes, focaliza en todo aquello que hoy tienes la suerte de tener, muchas puede que el día de mañana ya no las tengas.

Yo os doy las gracias a vosotros por valorar el trabajo que hago todas las semanas. Logrando ayudar o aportar aunque sea a un solo lector, ¡¡yo ya me siento plena y satisfecha!!





¡Hasta muy pronto!


"Si un hombre no es agradecido por lo que tiene, es probable que no sea agradecido por lo que tendrá" (Frank A. Clark)



- El link prometido:

Estudio sobre la relación dinero-felicidad




sábado, 7 de septiembre de 2013

Alexitimia: Cuando no se sabe qué se siente.

¿Habéis oído hablar alguna vez de la alexitimia? La definición es sencilla. Es un trastorno neurológico que impide a la persona identificar sus emociones y consecuentemente le impide expresarlas.
Es una desconexión entre qué se siente y la capacidad para expresarlo.
Una infancia o adolescencia impregnada de inestabilidad emocional parece ser un factor causal bastante sospechoso (todavía no hay suficientes estudios que apoyen esta hipótesis), y ésta se caracteriza por una conducta intensa e impulsiva, por una oscilación extrema entre dos polos opuestos en el estado de ánimo. Picos. Las personas que cumplen este perfil con frecuencia no consiguen adaptarse a su entorno social de manera satisfactoria. Esto pasa factura en diversos campos como en las relaciones sociales, en los hobbys, en el colegio, etc. Por esta respuesta del entorno a la conducta inestable puede ser causado un terrible sufrimiento y esto puede desencadenar consecuencias poco afortunadas, como trastornos afectivos.
El caso de la alexitimia sin embargo es de base neurológica, es decir, los factores ambientales tienen evidentemente cierta influencia, pero la manifestación de este trastorno ya está determinado biológicamente por así decirlo.

No sé decirte qué estoy sintiendo

Según algunos estudios, la alexitimia afecta a un 8% de los hombres y a un 1,5% de mujeres, luego se considera un trastorno mayoritariamente masculino. Es un trastorno bastante frecuente en la población: Afecta a una de cada siete personas. Las personas que la padecen suelen ser tachadas de frías y carentes de empatía

Los alexitímicos siguen una serie de pautas de conductas típicas en su vida cotidiana: muestran dificultades para expresar sus emociones (ponerle a las emociones "etiquetas"), son percibidos por los demás como excesivamente raciones o lógicos, como poco amistosos o sentimentales, reaccionan perplejos ante las expresiones emocionales de los demás y generalmente no saben cómo actuar en casos donde lo normal sería mostrar empatía, apoyo y comprensión. Rara vez tienen fantasías, sus reacciones al arte, a la música o a la literatura es de muy baja intensidad, toman decisiones excesivamente racionales (sin tener en cuenta los sentimientos) y padecen solo ocasionalmente alguna alteración fisiológica para la que no encuentran explicación (esto puede ser una ventaja). Además de eso se ha observado una actitud agresiva en diversos grados hacia su entorno y hacia ellos mismos, ya que al no poder expresar sus sentimientos se sienten con frecuencia inútiles o anhedónicos.

Si esta afección no es tratada adecuadamente, puede derivar en una depresión, en aislamiento social causada por la falta de empatía y de reciprocidad, o en trastornos psicosomáticos. .
Existen algunos casos registrados que han derivado en alcoholismo, drogas y trastornos alimentarios.

Por último cabe decir que es un trastorno del que todavía se sabe relativamente poco pero como comentaba al principio del texto, se sospecha que la causa o mejor dicho el factor ambiental que desencadena este trastorno tiene su máximo de influencia en los primeros años de infancia, luego los padres juegan un papel fundamental en este caso. Cómo eduquen los padres a sus hijos (la enseñanza de hacer introspección o de utilizar un vocabulario "emocional" extenso para describir qué sienten entre otros) es en este caso un arma compensatoria indiscutible.


Y tú, ¿¿tienes claras tus emociones??


¡Hasta muy pronto!



"No olvidemos que las pequeñas emociones son las capitanas de nuestras vidas y las obedecemos sin ni siquiera darnos cuenta" (Vincent van Gogh)

domingo, 1 de septiembre de 2013

El cuento de las ranitas y la nata.

Hace nueve años, cuando no tenía ni la más remota idea de qué quería hacer con mi vida y psicología era solo uno de entre los muchos títulos sin contenido que incluí en mi lista de posibles carreras universitarias, leía entre otras cosas los libros de un psicólogo argentino que me gustaba mucho (raro, lo de que sea argentino y psicólogo digo) que se llamaba Jorge Bucay. Escribe tan sencillo y sus textos/cuentos son tan creativos, que activa tus procesos psicológicos más básicos sin que ni siquiera te hayas dado cuenta.

La motivación es uno de los procesos que Jorge (yo ya como si fuera mi amigo de toda la vida) fomenta en el lector. Un cuento que recuerdo me marcó fue el siguiente. Si me permitís, en este artículo voy a ser bastante más coloquial de lo habitual. La verdad, en plenos examenes, el rato que tengo para escribir en el blog me apetece darle otro tono a lo que escribo, no empeorando por ello la calidad del contenido.

El cuento no lo voy a buscar para copiarlo, lo contaré tal y como yo lo recuerdo:

Las ranitas y la nata


Érase una vez un par de ranitas que daban saltitos por el... campito (vaya manera de empezar, parezco Ned Flanders), cuando de repente encontraron un cubo de madera. Curiosas, las ranitas quisieron saber qué había en aquel atractivo cubo y saltaron al borde para asomarse, con tan mala suerte que ambas cayeron dentro. El cubo estaba lleno de nata. Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían; era imposible nadar o flotar en aquella masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente, pero era inútil. Solo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil llegar a la superficie y respirar.