Mallorca. Verano de 2013.
20:00 h. Julia y su amiga Mónica salen del hotel para salir una noche de viernes.
22:15 h. Después de cenar se animan tomando copas en un garito del centro de la ciudad.
23:30 h. Conocen a un grupo de alemanes. Todos muy simpáticos y bastante agraciados.
01:05 h. Julia lleva un rato tonteando con uno de ellos. Después de copas, chupitos, copas y chupitos, desaparecen y se van a algún lugar algo más "privado" en la playa.
Lo que Julia no se imagina es que tras una de las múltiples tumbonas que ofrecen las cadenas hoteleras, a modo de trinchera, se esconde un hombre que está tomando parte de absolutamente todos y cada uno de los movimientos de la espontánea pareja. Y no está meramente observando, sino que además la imagen de ambos le está excitando.
La invasión de los mirones
Es muy común la existencia de estos "espías", denominados voyeurs. La palabra proviene de nuevo del francés. Deriva del verbo voir (ver). El voyeurismo es una conducta que consiste en observar a personas desnudas o practicando actividades sexuales, generalmente de lejos, ocultamente y sin consentimiento de las personas partícipes, con el único fin de excitarse sexualmente. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) lo clasifica como una parafilia que se encuentra entre los trastornos sexuales y de la identidad sexual.
El perfil del voyeur es en un 99% hombres heterosexuales (tiene mucho sentido teniendo en cuenta que los hombres se excitan mucho más visualmente que las mujeres). La mayoría tienen pareja o incluso están casados y ocultan estas conductas.
Hay que dejar claro que generalmente NO buscan el contacto físico con la persona o personas observadas, la mera observación es lo que les produce excitación y el riesgo a ser descubiertos actúa como potenciador de ésta. La conducta del voyeur puede acompañarse de masturbación (simultánea o posterior, acordándose de la escena; y solos o en compañía), sin embargo es curioso que en algunos casos son capaces de llegar al orgasmo simplemente observando el acto sexual.
Muchos de los casos tienen al parecer su origen en la adolescencia, antes de los quince años. Jóvenes excesivamente tímidos o introvertidos que han tenido problemas para relacionarse con el sexo opuesto. También una prohibición o presión extrema de los padres acerca de los temas sexuales puede ser un factor desencadenante de este trastorno. Algunos de los voyeurs incluso relatan haber comenzado estas actividades observando a escondidas a sus padres teniendo relaciones sexuales.
Diferencia entre voyeurismo y la mera contemplación de pornografía
El aspecto más grave del voyeurismo (cuando realmente se considera un trastorno) es cuando esta expresión de la sexualidad se convierte en exclusiva del individuo. El contacto físico deja de producirles excitación. No se considera voyeurismo por ejemplo a toda actividad enriquecedora del acto sexual normal como puede ser recurrir a material pornográfico o determinadas fantasías sexuales.
La DSM-IV diferencia claramente entre una conducta voyeurista de una mera contemplación de pornografía mediante el grado de impulsividad y compulsión del acto.
La conducta voyeurista es una conducta compulsiva, donde suelen producirse alteraciones fisiológicas del sistema nervioso simpático como un aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración y ansiedad cuando aparecen los estímulos. Estos síntomas físicos desaparecen cuando culmina la actividad voyeurista.
Los criterios a considerar a la hora de realizar un diagnóstico diferencial son los siguientes:
20:00 h. Julia y su amiga Mónica salen del hotel para salir una noche de viernes.
22:15 h. Después de cenar se animan tomando copas en un garito del centro de la ciudad.
23:30 h. Conocen a un grupo de alemanes. Todos muy simpáticos y bastante agraciados.
01:05 h. Julia lleva un rato tonteando con uno de ellos. Después de copas, chupitos, copas y chupitos, desaparecen y se van a algún lugar algo más "privado" en la playa.
Lo que Julia no se imagina es que tras una de las múltiples tumbonas que ofrecen las cadenas hoteleras, a modo de trinchera, se esconde un hombre que está tomando parte de absolutamente todos y cada uno de los movimientos de la espontánea pareja. Y no está meramente observando, sino que además la imagen de ambos le está excitando.
La invasión de los mirones
Es muy común la existencia de estos "espías", denominados voyeurs. La palabra proviene de nuevo del francés. Deriva del verbo voir (ver). El voyeurismo es una conducta que consiste en observar a personas desnudas o practicando actividades sexuales, generalmente de lejos, ocultamente y sin consentimiento de las personas partícipes, con el único fin de excitarse sexualmente. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) lo clasifica como una parafilia que se encuentra entre los trastornos sexuales y de la identidad sexual.
El perfil del voyeur es en un 99% hombres heterosexuales (tiene mucho sentido teniendo en cuenta que los hombres se excitan mucho más visualmente que las mujeres). La mayoría tienen pareja o incluso están casados y ocultan estas conductas.
Hay que dejar claro que generalmente NO buscan el contacto físico con la persona o personas observadas, la mera observación es lo que les produce excitación y el riesgo a ser descubiertos actúa como potenciador de ésta. La conducta del voyeur puede acompañarse de masturbación (simultánea o posterior, acordándose de la escena; y solos o en compañía), sin embargo es curioso que en algunos casos son capaces de llegar al orgasmo simplemente observando el acto sexual.
Muchos de los casos tienen al parecer su origen en la adolescencia, antes de los quince años. Jóvenes excesivamente tímidos o introvertidos que han tenido problemas para relacionarse con el sexo opuesto. También una prohibición o presión extrema de los padres acerca de los temas sexuales puede ser un factor desencadenante de este trastorno. Algunos de los voyeurs incluso relatan haber comenzado estas actividades observando a escondidas a sus padres teniendo relaciones sexuales.
Diferencia entre voyeurismo y la mera contemplación de pornografía
El aspecto más grave del voyeurismo (cuando realmente se considera un trastorno) es cuando esta expresión de la sexualidad se convierte en exclusiva del individuo. El contacto físico deja de producirles excitación. No se considera voyeurismo por ejemplo a toda actividad enriquecedora del acto sexual normal como puede ser recurrir a material pornográfico o determinadas fantasías sexuales.
La DSM-IV diferencia claramente entre una conducta voyeurista de una mera contemplación de pornografía mediante el grado de impulsividad y compulsión del acto.
La conducta voyeurista es una conducta compulsiva, donde suelen producirse alteraciones fisiológicas del sistema nervioso simpático como un aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración y ansiedad cuando aparecen los estímulos. Estos síntomas físicos desaparecen cuando culmina la actividad voyeurista.
Los criterios a considerar a la hora de realizar un diagnóstico diferencial son los siguientes:
- Presentarse durante un periodo mayor a seis meses.
- Desplazar o anular cualquier contacto físico interpersonal que caracteriza toda actividad sexual.
- Manifestar la fantasía, el impulso y el comportamiento sexual de manera recurrente, compulsiva y altamente excitante.
- Esta conducta produce malestar altamente significativo, deterioro social, laboral y/o de otras áreas importantes para el individuo.
El último punto merece ser aclarado. ¿Cómo es posible que la actividad voyeurista afecte a la vida social y laboral de la persona que la comete? Bien, este trastorno puede considerarse una adicción. Y como toda adicción, el que lo sufre necesitará cada vez más estímulos y mayor intensidad de éstos para experimentar el mismo nivel de excitación. La frecuencia también aumenta pasando a ser de habitual a diaria. Si esa conducta se interrumpe, el voyeur puede experimentar un "síndrome de abstinencia", un cuadro de síntomas como agitación, depresión y pensamientos obsesivos. La consecuencia de ello es el aislamiento social y los conflictos con la gente que les rodea.
Tratamiento
Un dato curioso es que no suelen ser ellos los que acuden a pedir ayuda, sino sus parejas, la familia, la policía o la orden de un juez por tener alguna denuncia. Es difícil descubrir cuándo una persona realiza actividades voyeuristas, pues éstas tratan de ocultarlo en la medida de lo posible. El síntoma que más llama la atención es que pierde el interés sexual genital, suele ser excesivamente cariñoso y detallista con su pareja y propone casi siempre hacerlo frente a espejos.
Ellos no lo viven como una "enfermedad" en sí misma, solo empiezan a ser conscientes cuando realmente su vida social, laboral, familiar y conyugal se deterioran debido a sus "adicciones".
En la mayoría de los casos, con una medicación adecuada y psicoterapia, el pronóstico es bastante bueno.
Los factores que determinan que una persona desarrolle una parafilia determinada (el exhibicionismo suele estar muy relacionado con el voyeurismo) son todavía un misterio...ç
... Interesante, seguimos pensando cuánta gente conoceremos con este tipo de trastornos, ya que por estadística conocemos a alguien seguro...
¡Hasta muy pronto!
"Lo importante se halla en la mirada, no en la cosa mirada" (André Gide)
Muy buen artículo :)
ResponderEliminarHemos Visto
http://hemosvisto.blogspot.com
Gracias Joan!
EliminarEs muy interesante. Pero ¿puede considerarse voyeur una persona que, p.ej. está sentada una noche cerca del mar y, casualmente, se percata de que una pareja está practicando el sexo sin saber que son mirados; y permanece sentado sin moverse por curiosidad o por cualquier otra razón que suponga excitación sexual?
ResponderEliminarHola Juan-Alberto. Te ha pasado o qué?? Puesto que propones un caso muy detallado y muy concreto... jajaja
EliminarHe aclarado que para que la actividad se considere trastorno o parafilia sexual debe darse de forma COMPULSIVA (es decir, tener el pensamiento o sentir el impulso de realizar este acto de forma recurrente y ponerlo en práctica de manera pretendida o buscada, de ninguna manera casual), y durante un periodo mayor de 6 meses, que esta actividad sea la fuente de excitación exclusiva del individuo así como que interfiera o degrade la vida social, familiar y laboral del individuo. Creo que es un trastorno bastante bien delimitado, aunque a mi juicio hay puntos que deberían ser revisados y flexibilizados.
Es decir, en el caso que propones podríamos decir que la persona es curiosa, mirona, pero de ninguna manera que tiene un trastorno sexual.
Espero haberte ayudado con la aclaración. Un saludo!