¿En qué se diferencia este artículo de otros artículos sobre relaciones de pareja? Generalmente se habla (y he escrito yo también) sobre dinámicas insanas o problemas frecuentes en una relación: celos, infidelidad, falta o errores de comunicación, etapas de la relación, atracción, problemas sexuales, etc.
La temática de este artículo sin embargo se ciñe a un prototipo de relación de pareja carente de todos estos problemas. Digamos que hasta la relación más sana y con menos problemas sufre de "daños bidireccionales". Hasta el que ama de forma más pura y sincera puede y de hecho hace con frecuencia daño "sin querer". Un comentario poco afortunado, una actitud esperada que no sucede, un momento o día de susceptibilidad extrema (por ejemplo las mujeres antes o durante la menstruación, ¿os suena, no?).
Da igual si estamos recién enamorados, en una relación de poco tiempo o en una relación de muchos años: En toda relación existen pequeños daños bidireccionales que aparecen casi a diario, aunque nos esforcemos y dediquemos toda nuestra atención a no cometerlos. Encontramos una y otra vez un punto hiriente en nuestra pareja.
Este hecho no se puede evitar, pero como mis artículos se enfocan en la psicología positiva y en el crecimiento personal, vamos a recalcar que esto puede ser también percibido como una gran oportunidad que la vida nos regala para crecer y madurar tanto a nivel individual como a nivel de pareja.
Sea como sea estas heridas duelen, a veces incluso de manera desproporcionada y de forma persistente en el tiempo, y si no las superamos a tiempo van minando poco a poco tanto la relación como el amor.
El estilo de relación de pareja que todos (o debería decir una gran parte) hemos aprendido desde pequeños y al que todos aspiramos es el de una relación armoniosa y estable. Y es por esto por lo que tendemos a minimizar o quitar importancia a estas pequeñas heridas, a hacer como si no hubiera pasado nada, a intentar seguir dejándolas en el olvido siguiendo el refrán "el tiempo lo cura todo". Pero este comportamiento solo produce acumulación del dolor que han ido produciendo estas heridas, acompañándonos en el tiempo y saliendo finalmente a la luz en momentos totalmente inapropiados o inesperados.
Es como si tuviéramos un cajón donde vamos guardando todos los hechos y actitudes de nuestra pareja que nos duelen y que no han sido resueltos. En algún momento, llega la gota que colma el vaso y abrimos ese cajón, dejando salir todo lo que hemos ido guardando dentro, y el amor está tan debilitado que no tiene la fuerza ya de soportar toda esta montaña de hechos dolorosos que salen al ataque.
¿Cómo podemos comportarnos para evitar que termine sucediendo esto?
Una alternativa o sugerencia (ya comenté y aclaré en los primeros artículos del blog que yo ni alecciono a nadie ni tengo la verdad absoluta y estoy totalmente en contra de los autores que escriben y publican como si ellos tuvieran la clave de cómo deben ser la conducta y el pensamiento humanos para así tender a la perfección. La perfección no existe. Somos seres humanos y no máquinas. Y tampoco las máquinas son perfectas.), repito, una alternativa o sugerencia sería trabajar los siguientes puntos:
1. Expresar aquello que sentimos
Deberíamos acostumbrarnos a expresar cuándo nos sentimos heridos, y a ser posible hacerlo de inmediato. Nos arriesgamos a herir a nuestra pareja inicialmente, a provocar desarmonía y quizá un momento algo incómodo, pero esta expresión abierta de los sentimientos es necesaria y pertenece a las tareas de cuidado y mantenimiento del amor y de la relación. Muchas veces, simplemente con hacerle saber al otro que nos sentimos o nos hemos sentido heridos, la herida habrá sanado y evitaremos que aquello que nos haya dañado se repita de nuevo. Es una manera además de irse conociendo mutuamente.
2. Comprender a tu pareja
A veces somos incapaces de ver y entender lo que realmente ha ocurrido. Nos sentimos heridos por la interpretación que hacemos de los hechos, sin pararnos a pensar que quizá nuestra pareja no tenía ninguna intención de herirnos e incluso es posible que su acción o comportamiento sea correcto o necesario y que tenga una justificación que poco tiene que ver con lo que se nos está pasando por la cabeza.
En este caso, ¿no te parece que la vía más sencilla es preguntar "por qué"?. Sí, como los niños pequeños: "¿por qué lo has hecho? ¿por qué has dicho eso?" "yo he entendido esto" o "me ha hecho sentir de esta forma".
El objetivo de esta actitud es ver la situación desde los ojos de nuestro contrario para así minimizar o hacer desaparecer los sentimientos de dolor.
3. Reconocer
Aquí es importante que aquel que ha hecho daño reconozca y tenga la valentía de asumir la culpa y la responsabilidad de las palabras/los hechos causantes del dolor. Esto es con frecuencia bastante difícil de conseguir, pues aquí entra en juego el orgullo y el pánico a convertirse en el débil de los dos. Nada más estúpido. El reconocimiento de los errores no demuestra debilidad sino madurez, el saber afrontar que no todo lo que hacemos es perfecto, que ha sido posible que nuestro comportamiento o hechos no hayan sido los más adecuados y que se podría haber actuado de diferente manera.
4. Pedir perdón
Después de aclarar si ha sido un malentendido y cuáles eran las intenciones reales, tendrá que disculparse aquel al que le corresponda. Pedir perdón es uno de los actos que más curan el dolor, y fíjate, es solo una palabra. No decirlo puede incrementar el dolor e e incluso hacerlo crónico, lo que se puede evitar por completo cuando se dice de inmediato. Esta estúpida palabra de seis letras tiene un poder sobre nuestras emociones más grande que el "te quiero" o el "te odio". ¿No te lo crees? Haz la prueba. Si has sido tú el que ha malinterpretado los hechos, no siendo éstos objetivamente una motivo de daño, no está de más que también pidas disculpas. Por supuesto el que se ha equivocado o el que ha hecho daño, sea o no correcta su acción, un perdón nunca está de más. Es la manera más rápida, fácil y sana de curar todas las heridas que se hacen mutuamente a diario en una relación de pareja.
Además de esto, la sensación de bienestar que se produce individualmente después de haber pedido perdón es inmensa, luego los efectos son positivos sobre ambas partes.
5. Llegar a un acuerdo - encontrar el equilibrio
Una vez identificadas las causas y sanadas las consecuencias, es importante llegar a un acuerdo para que esta situación no s
e repita en el futuro. Al fin y al cabo, es humano errar, pero también es inteligente aprender de los errores para no repetir dos veces el mismo. Así, por ejemplo, sería muy hábil (aprender a) expresar qué actos, actitudes o comentarios de la pareja nos hacen sentir mal. Siempre pidiéndolo por favor, y no estoy dando lecciones de educación, simplemente creo con firmeza que tratando amablemente y pidiendo, tienes más posibilidades de obtener resultados positivos que exigiendo.
Llegar a un acuerdo incluye siempre mínimo a dos partes, en el caso de la pareja desde luego, esto quiere decir que ambos deben esforzarse y a la vez ceder, para cumplir un determinado pacto, con el objetivo de realizar ciertos cambios que mejoren la relación de cara al futuro.
Para terminar me gustaría reforzar este artículo dejando claro algo muy importante: para obtener cambios observables, es necesario un esfuerzo inicial y una perseverancia en el ejercicio. Esto significa que si ponéis en práctica el ejercicio de estos puntos que acabo de describir, aunque al principio os cueste trabajo y ni siquiera os sintáis identificados con las pautas, ya que vuestra conducta o estrategia de afrontamiento "instintiva" sería otra, este ejercicio continuo se llama APRENDIZAJE, y tras un determinado tiempo persistiendo, se acaban adquiriendo estos patrones de manera intrínseca, es decir, los automatizamos. Así, tu dinámica de relación irá cambiando progresivamente a lo largo de un camino positivo hacia una relación todavía más sana y más estable.
Una pareja la forman dos personas, no veinte, así que asume que tienes el 50% del poder y de la responsabilidad de la dinámica que llevéis. Esto es un alto porcentaje, así que imagina lo que Tú puedes llegar a cambiar solito...
¡Hasta muy pronto!
"Del mismo modo que no tenemos derecho a consumir riqueza sin producirla; tampoco tenemos derecho a consumir felicidad sin producirla" (George Bernard Shaw)
La temática de este artículo sin embargo se ciñe a un prototipo de relación de pareja carente de todos estos problemas. Digamos que hasta la relación más sana y con menos problemas sufre de "daños bidireccionales". Hasta el que ama de forma más pura y sincera puede y de hecho hace con frecuencia daño "sin querer". Un comentario poco afortunado, una actitud esperada que no sucede, un momento o día de susceptibilidad extrema (por ejemplo las mujeres antes o durante la menstruación, ¿os suena, no?).
Da igual si estamos recién enamorados, en una relación de poco tiempo o en una relación de muchos años: En toda relación existen pequeños daños bidireccionales que aparecen casi a diario, aunque nos esforcemos y dediquemos toda nuestra atención a no cometerlos. Encontramos una y otra vez un punto hiriente en nuestra pareja.
Este hecho no se puede evitar, pero como mis artículos se enfocan en la psicología positiva y en el crecimiento personal, vamos a recalcar que esto puede ser también percibido como una gran oportunidad que la vida nos regala para crecer y madurar tanto a nivel individual como a nivel de pareja.
Sea como sea estas heridas duelen, a veces incluso de manera desproporcionada y de forma persistente en el tiempo, y si no las superamos a tiempo van minando poco a poco tanto la relación como el amor.
El estilo de relación de pareja que todos (o debería decir una gran parte) hemos aprendido desde pequeños y al que todos aspiramos es el de una relación armoniosa y estable. Y es por esto por lo que tendemos a minimizar o quitar importancia a estas pequeñas heridas, a hacer como si no hubiera pasado nada, a intentar seguir dejándolas en el olvido siguiendo el refrán "el tiempo lo cura todo". Pero este comportamiento solo produce acumulación del dolor que han ido produciendo estas heridas, acompañándonos en el tiempo y saliendo finalmente a la luz en momentos totalmente inapropiados o inesperados.
Es como si tuviéramos un cajón donde vamos guardando todos los hechos y actitudes de nuestra pareja que nos duelen y que no han sido resueltos. En algún momento, llega la gota que colma el vaso y abrimos ese cajón, dejando salir todo lo que hemos ido guardando dentro, y el amor está tan debilitado que no tiene la fuerza ya de soportar toda esta montaña de hechos dolorosos que salen al ataque.
¿Cómo podemos comportarnos para evitar que termine sucediendo esto?
Una alternativa o sugerencia (ya comenté y aclaré en los primeros artículos del blog que yo ni alecciono a nadie ni tengo la verdad absoluta y estoy totalmente en contra de los autores que escriben y publican como si ellos tuvieran la clave de cómo deben ser la conducta y el pensamiento humanos para así tender a la perfección. La perfección no existe. Somos seres humanos y no máquinas. Y tampoco las máquinas son perfectas.), repito, una alternativa o sugerencia sería trabajar los siguientes puntos:
1. Expresar aquello que sentimos
Deberíamos acostumbrarnos a expresar cuándo nos sentimos heridos, y a ser posible hacerlo de inmediato. Nos arriesgamos a herir a nuestra pareja inicialmente, a provocar desarmonía y quizá un momento algo incómodo, pero esta expresión abierta de los sentimientos es necesaria y pertenece a las tareas de cuidado y mantenimiento del amor y de la relación. Muchas veces, simplemente con hacerle saber al otro que nos sentimos o nos hemos sentido heridos, la herida habrá sanado y evitaremos que aquello que nos haya dañado se repita de nuevo. Es una manera además de irse conociendo mutuamente.
2. Comprender a tu pareja
En este caso, ¿no te parece que la vía más sencilla es preguntar "por qué"?. Sí, como los niños pequeños: "¿por qué lo has hecho? ¿por qué has dicho eso?" "yo he entendido esto" o "me ha hecho sentir de esta forma".
El objetivo de esta actitud es ver la situación desde los ojos de nuestro contrario para así minimizar o hacer desaparecer los sentimientos de dolor.
3. Reconocer
Aquí es importante que aquel que ha hecho daño reconozca y tenga la valentía de asumir la culpa y la responsabilidad de las palabras/los hechos causantes del dolor. Esto es con frecuencia bastante difícil de conseguir, pues aquí entra en juego el orgullo y el pánico a convertirse en el débil de los dos. Nada más estúpido. El reconocimiento de los errores no demuestra debilidad sino madurez, el saber afrontar que no todo lo que hacemos es perfecto, que ha sido posible que nuestro comportamiento o hechos no hayan sido los más adecuados y que se podría haber actuado de diferente manera.
4. Pedir perdón
Después de aclarar si ha sido un malentendido y cuáles eran las intenciones reales, tendrá que disculparse aquel al que le corresponda. Pedir perdón es uno de los actos que más curan el dolor, y fíjate, es solo una palabra. No decirlo puede incrementar el dolor e e incluso hacerlo crónico, lo que se puede evitar por completo cuando se dice de inmediato. Esta estúpida palabra de seis letras tiene un poder sobre nuestras emociones más grande que el "te quiero" o el "te odio". ¿No te lo crees? Haz la prueba. Si has sido tú el que ha malinterpretado los hechos, no siendo éstos objetivamente una motivo de daño, no está de más que también pidas disculpas. Por supuesto el que se ha equivocado o el que ha hecho daño, sea o no correcta su acción, un perdón nunca está de más. Es la manera más rápida, fácil y sana de curar todas las heridas que se hacen mutuamente a diario en una relación de pareja.
Además de esto, la sensación de bienestar que se produce individualmente después de haber pedido perdón es inmensa, luego los efectos son positivos sobre ambas partes.
5. Llegar a un acuerdo - encontrar el equilibrio
Una vez identificadas las causas y sanadas las consecuencias, es importante llegar a un acuerdo para que esta situación no s
e repita en el futuro. Al fin y al cabo, es humano errar, pero también es inteligente aprender de los errores para no repetir dos veces el mismo. Así, por ejemplo, sería muy hábil (aprender a) expresar qué actos, actitudes o comentarios de la pareja nos hacen sentir mal. Siempre pidiéndolo por favor, y no estoy dando lecciones de educación, simplemente creo con firmeza que tratando amablemente y pidiendo, tienes más posibilidades de obtener resultados positivos que exigiendo.
Llegar a un acuerdo incluye siempre mínimo a dos partes, en el caso de la pareja desde luego, esto quiere decir que ambos deben esforzarse y a la vez ceder, para cumplir un determinado pacto, con el objetivo de realizar ciertos cambios que mejoren la relación de cara al futuro.
Para terminar me gustaría reforzar este artículo dejando claro algo muy importante: para obtener cambios observables, es necesario un esfuerzo inicial y una perseverancia en el ejercicio. Esto significa que si ponéis en práctica el ejercicio de estos puntos que acabo de describir, aunque al principio os cueste trabajo y ni siquiera os sintáis identificados con las pautas, ya que vuestra conducta o estrategia de afrontamiento "instintiva" sería otra, este ejercicio continuo se llama APRENDIZAJE, y tras un determinado tiempo persistiendo, se acaban adquiriendo estos patrones de manera intrínseca, es decir, los automatizamos. Así, tu dinámica de relación irá cambiando progresivamente a lo largo de un camino positivo hacia una relación todavía más sana y más estable.
Una pareja la forman dos personas, no veinte, así que asume que tienes el 50% del poder y de la responsabilidad de la dinámica que llevéis. Esto es un alto porcentaje, así que imagina lo que Tú puedes llegar a cambiar solito...
¡Hasta muy pronto!
"Del mismo modo que no tenemos derecho a consumir riqueza sin producirla; tampoco tenemos derecho a consumir felicidad sin producirla" (George Bernard Shaw)
los artículos sobre comunicación me están encantando, es lo que falla en casi todas las parejas ;o) un beso Rocío
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