Lucia y Marta quedan un lunes por la tarde para tomar un café. Lucía empieza a contarle a su amiga lo que le ocurrió el sábado con su novio, con el que tuvo una discusión bastante salida de tono, por la que ahora se siente fatal y lleva dos días sin poder dormir.
Marta aparenta estar atenta, mirando fijamente y asintiendo, pero al finalizar su amiga, comenta lo siguiente: "Ya ves, bueno no le des más vueltas, seguro que esta tarde te llama y lo arregláis. Con Pablo mi ex me pasaba lo mismo, discutía a veces y lo pasaba fatal pero luego me llamaba, aunque claro, él tenía mucho más carácter, porque hay que ver la de cosas que he aguantado yo con Pablo, como aquella vez que...".
¿Os ha pasado alguna vez una situación análoga o similar? Tener la sensación de estar contándole algo a un ser inerte. Dos personas siendo partícipes de un intercambio de monólogos. Alguien expresa una preocupación o cuenta un problema esperando ser escuchado, comprendido e incluso que la otra persona (amiga en este caso) se implique y eventualmente oriente o aconseje. En este caso, Lucía podía haberle contado su preocupación a su mascota o a un oso de peluche, y apenas hubiera notado la diferencia.
Marta no ha hecho otra cosa que reconducir la conversación a su Yo.
La recepción de la información por su parte está seriamente sesgada, procesando solo aquella parte que está relacionada con su experiencia personal, sin centrarse realmente en el problema como perteneciente a SU AMIGA, individuo ajeno inmerso en otro contexto, con otra personalidad, otra historia, otra experiencia vital. Una variante alternativa que hubiera indicado que en efecto, Marta se estaba implicando en el problema de su amiga Lucía, sería la siguiente: "Ya, te entiendo... Discutir agota y es muy desagradable, además con lo tranquila que tú eres tiene que haberte alterado muchísimo, pero no te preocupes, tú intenta dormir esta noche entreteniéndote con algo, lee un libro, date un baño... Mañana seguro que te llama y lo arregláis, si no lo hace, llámale tú y le dices cómo te sientes".
Ligera diferencia, ¿verdad?
Esta conducta es extrapolable a otras situaciones, como conversaciones acerca de problemas de trabajo, conflictos con amigos, con la familia... Me vienen tantos ejemplos a la cabeza, ¿A tí también?
Pues bien, partiendo de este breve guión voy a definir el objetivo del artículo de hoy. Es probable que ya te imagines con qué está relacionado el tema. Efectivamente, este texto incluye una crítica así como una reflexión acerca del curioso concepto que se tiene en muchos casos del acto de escuchar y qué podemos hacer o modificar para mejorar esta aptitud. También sobre la conducta de egoísmo, sobre el egocentrismo y diferenciar éstos del narcisismo. Una vez diferenciadas estas tres, nos centraremos de nuevo en el caso de Lucía y Marta.
Diferencia entre egoísmo, egocentrismo y narcisismo
Ser egoísta está muy mal visto. Decir que alguien es egoísta es castigarle con la losa de persona poco deseada en nuestros círculos sociales, es tachar a esa persona de dañina y maliciosa, es ponerle un cartel de persona negativa, peligrosa. La sociedad nos enseña sin embargo que dar es recibir, nos impulsa a ser individualistas y egoístas, que se basa de hecho en conductas altamente adaptativas desde el punto de vista evolutivo, así que la noticia que tengo que darte es que en mayor o menor grado, todos y cada uno de los seres humanos somos egoístas. Debemos de hecho perder el miedo a esa palabra y dejar de relacionarla por regla general con una característica negativa. En ocasiones es incluso necesaria.
La Real Academia Española define egoísmo como: Excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente el propio interés, sin cuidarse del de los demás.
Así, podemos concluir que el arte de ser una persona no solo socialmente deseable sino acorde a los valores que tenemos como la bondad o la solidaridad, consiste en integrar la conducta egoísta con su opuesto, el altruísmo. Encontrar el equilibrio entre ambas no es sin embargo un arte que domine mucha gente.
Debemos además diferenciar el egoísmo del egocentrismo, una conducta (no sé si más bien definirlo como un tipo de personalidad) que poco tiene de adaptativa y que puede llegar a lo patológico, y que según la R.A.E. es la exagerada exaltación de la propia personalidad, hasta considerarla como centro de la atención y actividad generales. Las personas egocéntricas son las candidatas ideales a sufrir trastornos psicológicos. A mí me gusta generalmente diferenciar entre personas con foco interno y personas con foco externo. Siempre predomina uno de los dos focos. Las personas con foco interno puntúan alto en egocentrismo. Viven tan ensimismadas y (con)centradas en su propio ego, que son incapaces de percibir y valorar lo que sucede a su alrededor. Observan el mundo desde su propio ombligo y solo consideran relevantes sus emociones. Todo lo que ocurre alrededor tiene relación con ellos y se perciben como el centro de atención de todas las vidas. Está relacionado en cierto grado con el egoísmo, pero no, no es lo mismo.
Un ejemplo de persona egocéntrica es aquella que enseguida interpreta la realidad relacionándola consigo misma. Para que visualicéis más fácilmente al ser prototípico, es aquél que cuando un compañero le contesta mal en la oficina, solo contempla la opción de que ese mal humor está relacionado con él, en lugar de plantearse que quizás ha tenido un mal día o está enfadado por otra razón ajena; es aquél que publica una noticia o una foto en Facebook y confía en crear impacto en la vida de todos sus contactos; es aquél que considera realmente tener una importancia suprema en el mundo, viendo a los demás como meros espectadores.
El egocéntrico es protagonista de su propia película.
Lo más traumático para este tipo de persona sería descubrir la realidad, descubrir que ni es tan importante, ni es el centro de atención de la vida de los demás. El mundo solo gira a tu alrededor cuando estás borracho.
Por último, es importante no confundir el egoísmo y el egocentrismo con el narcisismo, pues este último es un trastorno patológico. Es digamos, el egocentrismo y el egoísmo en su grado extremo. El DSM-IV (Manual diagnóstico de Salud Mental) colabora con una definición limpia y precisa de este trastorno de la personalidad: Consiste en un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y falta de empatía, que empieza en la edad adulta y se da en diversos contextos.
El acto de escuchar: La atención plena
Hace unos meses me di cuenta de que cometía un error con relativa frecuencia cuando mantenía una conversación por cortesía, con los compañeros del trabajo en la mayoría de los casos. Al no prestar la suficiente atención, se me escapaban detalles (para ellos importantes) sobre las vidas de esas personas, las conversaciones se tornaban en parte unidireccionales. Poco después empecé a observar si esta actitud la tenían otras personas y pude afirmar que sí. Se parecía algo a la actitud de Marta en el guión anterior. Me costaba bastante concentrarme en la conversación si el tema no me interesaba. En mi empresa se hablaba a menudo en las pausas y en la hora de la comida sobre eventos familiares y jardinería. Yo me esforzaba por prestar atención (escucha activa) pero ésta desaparecía casi involuntariamente al cabo de cinco minutos, cuando se entraba en detalle sobre la poda de los geranios en diagonal.
Me planteé entonces un ejercicio que llevo practicando desde entonces, y que ha mejorado no solo mis relaciones laborales, sino el conocimiento que tengo acerca de las personas que me rodean. Parece algo sencillo, pero caemos demasiadas veces en la "desconexión" del mundo externo cuando no logra alcanzar nuestro umbral de activación. Me propuse mantener el hilo de la conversación "no digna de mi interés" con respuestas de feedback, igual si me estaba hablando del cumpleaños de su hija como de cómo se podan los geranios. Entonces yo debía imaginarme mentalmente esos geranios y toda descripción que me hiciera, para preguntarle con interés todo aquello que quisiera saber sobre el tema. La imagen mental y el seguimiento activo colaborando con intervenciones, hizo mantener mi atención hasta el final, y no solo eso. Logré interesarme realmente por lo que me estaban contando. Y sí, ahora hemos estrechado lazos y yo me he convertido en toda una profesional en jardinería.
Practicar la atención plena (¿os habéis dado cuenta ya de cómo el mindfulness es útil y aplicable en multitud de situaciones, verdad?) es un ejercicio que primeramente se ejecuta bajo control consciente. Al principio costará cierto esfuerzo. Con el tiempo, como todo ejercicio realizado con frecuencia, se automatiza y se logra de manera casi inconsciente.
Parece bastante evidente que poner este ejercicio en práctica cuando se trata de escuchar tiene efectos y consecuencias muy positivas. Podéis visualizar el ejemplo de Lucía y Marta, corregirlo y extrapolarlo a otras situaciones de vuestra propia vida. Podéis aplicar el mindfulness a todas aquellas conversaciones que no sean de vuestro interés. Podéis mirar hacia afuera, trabajar vuestra empatía y ejercitar vuestro foco externo... o seguir centrados en vuestro ego.
Hemos dicho que las personas con foco interno son más susceptibles de padecer trastornos psicológicos, fuente de la insatisfacción e infelicidad que el dominio de este foco produce... ¿y eso por qué? Fácil. Cuando se presta excesiva atención a algo, se torna obsesión, y una obsesión es una distorsión de la realidad... Piénsalo... piensa en los numerosos trastornos que existen y piensa si en las personas que los padecen domina el foco externo, o interno...
¡Hasta muy pronto!
Marta aparenta estar atenta, mirando fijamente y asintiendo, pero al finalizar su amiga, comenta lo siguiente: "Ya ves, bueno no le des más vueltas, seguro que esta tarde te llama y lo arregláis. Con Pablo mi ex me pasaba lo mismo, discutía a veces y lo pasaba fatal pero luego me llamaba, aunque claro, él tenía mucho más carácter, porque hay que ver la de cosas que he aguantado yo con Pablo, como aquella vez que...".
¿Os ha pasado alguna vez una situación análoga o similar? Tener la sensación de estar contándole algo a un ser inerte. Dos personas siendo partícipes de un intercambio de monólogos. Alguien expresa una preocupación o cuenta un problema esperando ser escuchado, comprendido e incluso que la otra persona (amiga en este caso) se implique y eventualmente oriente o aconseje. En este caso, Lucía podía haberle contado su preocupación a su mascota o a un oso de peluche, y apenas hubiera notado la diferencia.
Marta no ha hecho otra cosa que reconducir la conversación a su Yo.
La recepción de la información por su parte está seriamente sesgada, procesando solo aquella parte que está relacionada con su experiencia personal, sin centrarse realmente en el problema como perteneciente a SU AMIGA, individuo ajeno inmerso en otro contexto, con otra personalidad, otra historia, otra experiencia vital. Una variante alternativa que hubiera indicado que en efecto, Marta se estaba implicando en el problema de su amiga Lucía, sería la siguiente: "Ya, te entiendo... Discutir agota y es muy desagradable, además con lo tranquila que tú eres tiene que haberte alterado muchísimo, pero no te preocupes, tú intenta dormir esta noche entreteniéndote con algo, lee un libro, date un baño... Mañana seguro que te llama y lo arregláis, si no lo hace, llámale tú y le dices cómo te sientes".
Ligera diferencia, ¿verdad?
Esta conducta es extrapolable a otras situaciones, como conversaciones acerca de problemas de trabajo, conflictos con amigos, con la familia... Me vienen tantos ejemplos a la cabeza, ¿A tí también?
Primer paso: Oir menos, escuchar más. |
Diferencia entre egoísmo, egocentrismo y narcisismo
Ser egoísta está muy mal visto. Decir que alguien es egoísta es castigarle con la losa de persona poco deseada en nuestros círculos sociales, es tachar a esa persona de dañina y maliciosa, es ponerle un cartel de persona negativa, peligrosa. La sociedad nos enseña sin embargo que dar es recibir, nos impulsa a ser individualistas y egoístas, que se basa de hecho en conductas altamente adaptativas desde el punto de vista evolutivo, así que la noticia que tengo que darte es que en mayor o menor grado, todos y cada uno de los seres humanos somos egoístas. Debemos de hecho perder el miedo a esa palabra y dejar de relacionarla por regla general con una característica negativa. En ocasiones es incluso necesaria.
La Real Academia Española define egoísmo como: Excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente el propio interés, sin cuidarse del de los demás.
Así, podemos concluir que el arte de ser una persona no solo socialmente deseable sino acorde a los valores que tenemos como la bondad o la solidaridad, consiste en integrar la conducta egoísta con su opuesto, el altruísmo. Encontrar el equilibrio entre ambas no es sin embargo un arte que domine mucha gente.
Debemos además diferenciar el egoísmo del egocentrismo, una conducta (no sé si más bien definirlo como un tipo de personalidad) que poco tiene de adaptativa y que puede llegar a lo patológico, y que según la R.A.E. es la exagerada exaltación de la propia personalidad, hasta considerarla como centro de la atención y actividad generales. Las personas egocéntricas son las candidatas ideales a sufrir trastornos psicológicos. A mí me gusta generalmente diferenciar entre personas con foco interno y personas con foco externo. Siempre predomina uno de los dos focos. Las personas con foco interno puntúan alto en egocentrismo. Viven tan ensimismadas y (con)centradas en su propio ego, que son incapaces de percibir y valorar lo que sucede a su alrededor. Observan el mundo desde su propio ombligo y solo consideran relevantes sus emociones. Todo lo que ocurre alrededor tiene relación con ellos y se perciben como el centro de atención de todas las vidas. Está relacionado en cierto grado con el egoísmo, pero no, no es lo mismo.
Un ejemplo de persona egocéntrica es aquella que enseguida interpreta la realidad relacionándola consigo misma. Para que visualicéis más fácilmente al ser prototípico, es aquél que cuando un compañero le contesta mal en la oficina, solo contempla la opción de que ese mal humor está relacionado con él, en lugar de plantearse que quizás ha tenido un mal día o está enfadado por otra razón ajena; es aquél que publica una noticia o una foto en Facebook y confía en crear impacto en la vida de todos sus contactos; es aquél que considera realmente tener una importancia suprema en el mundo, viendo a los demás como meros espectadores.
El egocéntrico es protagonista de su propia película.
Lo más traumático para este tipo de persona sería descubrir la realidad, descubrir que ni es tan importante, ni es el centro de atención de la vida de los demás. El mundo solo gira a tu alrededor cuando estás borracho.
Por último, es importante no confundir el egoísmo y el egocentrismo con el narcisismo, pues este último es un trastorno patológico. Es digamos, el egocentrismo y el egoísmo en su grado extremo. El DSM-IV (Manual diagnóstico de Salud Mental) colabora con una definición limpia y precisa de este trastorno de la personalidad: Consiste en un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y falta de empatía, que empieza en la edad adulta y se da en diversos contextos.
El acto de escuchar: La atención plena
Hace unos meses me di cuenta de que cometía un error con relativa frecuencia cuando mantenía una conversación por cortesía, con los compañeros del trabajo en la mayoría de los casos. Al no prestar la suficiente atención, se me escapaban detalles (para ellos importantes) sobre las vidas de esas personas, las conversaciones se tornaban en parte unidireccionales. Poco después empecé a observar si esta actitud la tenían otras personas y pude afirmar que sí. Se parecía algo a la actitud de Marta en el guión anterior. Me costaba bastante concentrarme en la conversación si el tema no me interesaba. En mi empresa se hablaba a menudo en las pausas y en la hora de la comida sobre eventos familiares y jardinería. Yo me esforzaba por prestar atención (escucha activa) pero ésta desaparecía casi involuntariamente al cabo de cinco minutos, cuando se entraba en detalle sobre la poda de los geranios en diagonal.
Me planteé entonces un ejercicio que llevo practicando desde entonces, y que ha mejorado no solo mis relaciones laborales, sino el conocimiento que tengo acerca de las personas que me rodean. Parece algo sencillo, pero caemos demasiadas veces en la "desconexión" del mundo externo cuando no logra alcanzar nuestro umbral de activación. Me propuse mantener el hilo de la conversación "no digna de mi interés" con respuestas de feedback, igual si me estaba hablando del cumpleaños de su hija como de cómo se podan los geranios. Entonces yo debía imaginarme mentalmente esos geranios y toda descripción que me hiciera, para preguntarle con interés todo aquello que quisiera saber sobre el tema. La imagen mental y el seguimiento activo colaborando con intervenciones, hizo mantener mi atención hasta el final, y no solo eso. Logré interesarme realmente por lo que me estaban contando. Y sí, ahora hemos estrechado lazos y yo me he convertido en toda una profesional en jardinería.
Practicar la atención plena (¿os habéis dado cuenta ya de cómo el mindfulness es útil y aplicable en multitud de situaciones, verdad?) es un ejercicio que primeramente se ejecuta bajo control consciente. Al principio costará cierto esfuerzo. Con el tiempo, como todo ejercicio realizado con frecuencia, se automatiza y se logra de manera casi inconsciente.
Parece bastante evidente que poner este ejercicio en práctica cuando se trata de escuchar tiene efectos y consecuencias muy positivas. Podéis visualizar el ejemplo de Lucía y Marta, corregirlo y extrapolarlo a otras situaciones de vuestra propia vida. Podéis aplicar el mindfulness a todas aquellas conversaciones que no sean de vuestro interés. Podéis mirar hacia afuera, trabajar vuestra empatía y ejercitar vuestro foco externo... o seguir centrados en vuestro ego.
Hemos dicho que las personas con foco interno son más susceptibles de padecer trastornos psicológicos, fuente de la insatisfacción e infelicidad que el dominio de este foco produce... ¿y eso por qué? Fácil. Cuando se presta excesiva atención a algo, se torna obsesión, y una obsesión es una distorsión de la realidad... Piénsalo... piensa en los numerosos trastornos que existen y piensa si en las personas que los padecen domina el foco externo, o interno...
¡Hasta muy pronto!
Te felicito por tu artículo por la claridad en tu exposición y trato con los términos. La comunicación entre los seres humanos es todo un gran tema, donde muchas veces se dificulta el "encuentro". Toda herramienta que nos motive a favorecerlo, me parece altamente nutritiva.
ResponderEliminar¡Gracias por tu aporte Rocío!
Un cálido saludo desde http://eltornilloflojo.blogspot.com.ar/2013/11/favoreciendo-el-encuentro-ejercicio.html
Muchas gracias Aída.
EliminarDesde luego, el tema de la comunicación es uno de mis favoritos en psicología, el dominio de una comunicación efectiva me parece fundamental, sin embargo no estamos todos aleccionados al mismo nivel y cometemos a menudo errores que conducen a una comunicación inefectiva, la escucha activa es uno de los primeros pasos pero hay otros puntos importantes como la calidad de expresión oral, el uso correcto del vocabulario, la comunicación no verbal, la expresión verbal de las emociones, la adaptación del mensaje al receptor... en alguno de ellos me gustaría incidir en los próximos artículos.
Un saludo fuerte!!
Muy bueno!!!! Y qué cierto!! Desde luego escuchando más y empatizando más seremos mejores personas. Me lo aplico. Felicidades!!
ResponderEliminarGracias! Mejores personas y más felices. Un saludo!
EliminarEnorme ! Gracias por tus palabras como siempre. <3
ResponderEliminarDe nada. A tí te mando un saludo, un beso y mucho amor!! en nada nos vemos :)
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