viernes, 25 de abril de 2014

Los monos de Harlow: El experimento.

¡¡Buenos días de viernes a todos!! Disculpad el retraso pero estoy sin internet en casa y escribir desde el móvil no es ni cómodo ni práctico. Tengo de hecho ya varios temas pendientes de publicar.

Así que me gustaría ir terminando el mes de abril con un cambio en el foco de atención al espacio interno de éste, mi blog. Voy a poner tu prueba tu atención. El blog lleva activo un año y unos meses. Es probable que lo hayas leido en numerosas ocasiones, quizás sea esta la primera vez. ¿Te has parado a prestar alguna vez atención a su título? Muchos habéis asumido el nombre sin preguntaros de dónde viene. Unos pocos ya lo conocíais. Pero sois muchos los que me habéis preguntado el origen del nombre - "Oye y eso de El mono de Harlow, ¿a qué viene?". Así a primeras y en ausencia de conocimiento sobre psicología general, puede parecer hasta que no esté relacionado con la temática y la finalidad del blog, y que a mí me haya dado un volunto bautizándolo así, igual que le podría haber llamado "El perro del Fary" o "Maricarmen y sus muñecos". Es por esto que me he decidido a publicar una breve historia sobre los experimentos de la familia Harlow, y entendáis así por fin el significado del título de esta página.

Experimentos sobre apego materno y privación sensorial

Harry Harlow se dedicó en Estados Unidos durante los años 70 a estudiar el apego materno, la depresión, la privación sensorial y la falta de socialización, entre otros, empleando para sus experimentos ejemplares de una raza de macacos, los macacos rhesus.

La palabra apego puede resultaros familiar, y consiste en la vinculación existente entre dos personas producto de la interacción social y afectiva entre ambas. Al nacer un mamífero -algunas aves también-, existe un período de tiempo, una fase crítica, llamada impronta, en el que decidimos quién será nuestra figura de apego en función de las relaciones que hayamos establecido en esos primeros días de vida. En general, esta figura de apego suele ser la madre biológica, pues es quien satisface las necesidades básicas y de quien se suele depender en mayor medida, pero hay casos en los que esto no es así. De niña por ejemplo crié un pollito un verano que se decidió por mí como figura de apego, y me vi con el pollito detrás todo el santo verano persiguiéndome allá donde iba hasta que se hizo mayor.

Este apasionado investigador realizó entonces algunos experimentos en su laboratorio, hoy bastante controvertidos, pues el trato que dio a los animales deja mucho que desear. Sin embargo y como bien sabemos, en aquella época no eran tenidos en cuenta los derechos del animal y se justificaba su empleo en experimentos como único medio para avanzar en ciencia, como de hecho así fue. Proporcionó un enorme avance en el campo del apego, pues demostró su importancia en el desarrollo social, afectivo y cognitivo del individuo.

Esto continuó privando a crías recién nacidas del contacto con sus madres biológicas y a crear y disponer madres sustitutas, una de alambre que ofrecía alimento y otra de felpa que carecía de comida, con un aspecto físico similar al de una mona adulta. El descubrimiento fue que las crías, ante una situación de estrés (inseguridad o peligro), mostraban clara preferencia por la madre de felpa, a pesar de no proporcionar ésta alimento. Así quedó evidencia de que el vínculo madre-hijo iba más allá de la búsqueda de satisfacer las necesidades biológicas básicas (alimento en este caso) y existía una necesidad de contacto social para un correcto desarrollo psicológico.

La madre de felpa proporcionaba a las crías sensación de protección y seguridad, y en presencia de ésta exploraban el medio y acudían cada poco tiempo a ella para comprobar que siguiera presente. Al separar Harlow a las crías de sus madres de felpa una vez establecido el vínculo, experimentaban emociones como miedo o ansiedad: lloraban, gritaban, se chupaban el dedo y buscaban desesperadamente objetos suaves como su madre.

Otro grupo experimental que me dejó boquiabierta es el grupo de aislamiento en las jaulas llamadas "el abismo de la desesperación", en el que Harlow recluía a crías y las aislaba desde el nacimiento sin mantener contacto alguno con ningún tipo de figura. Estas crías, treinta días después, presentaban cierta catatonia, permaneciendo en un rincón de las jaulas. Al juntarlos con el grupo control, no ejecutaban conductas de socialización, no exploraban, no mostraban interés por el sexo opuesto y eran agredidos por sus compañeros. Ante situaciones de estrés, estas crías reaccionaban de forma patológica, huyendo, gritando y realizando movimientos repetitivos de balanceo.

Más allá de estos experimentos (como véis, Harry Harlow no se andó con chiquitas) inventó el llamado potro de violaciones en el que ataba a las hembras aisladas en posición de lordosis, de manera que a los machos les fuera más fácil fecundarlas. Tras las múltiples violaciones (las pobres monas si no tenían suficiente con su vida de sufrimiento, esto tuvo que ser pura tortura) estas hembras quedaron embarazadas y meses después fueron observadas sus conductas hacia las crías, mostrando un comportamiento negativo (de rechazo) y negligente hacia éstas.

El mismo experimentador señaló:

“Jamás, ni en nuestros sueños más retorcidos, pensamos que seríamos capaces de designar sustitutos que fueran tan crueles con sus crías como las auténticas madres. La ausencia de experiencias sociales hace que no sean capaces de interactuar socialmente con sus crías. Una de las madres aplastó la cara de su cría contra el suelo y comenzó a comerle los pies y los dedos. Otra machacó la cabeza de la cría. El resto, simplemente las ignoró”.



Aquí os dejo un documento videográfico que emitió TVE hace ya muchos años:


Y otros vídeos:




Por si estos estudios os parecían poco éticos, aquí os dejo otro experimento de la época relacionado, no realizado por la familia Harlow sino por René A., y que estudia la privación emocional, utilizando en este caso NIÑOS REALES en lugar de macacos:





Pues eso, ya conocéis el dicho aquél que dice: "Aunque la mona se vista de seda... a Harlow se la pela"...




¡Hasta muy pronto!

martes, 15 de abril de 2014

El poder de la compasión


Uno de los valores que nos enseñan las diferentes religiones desde que somos pequeños es el de la compasión.
 La compasión es la actitud espiritual propia y uno de los núcleos esenciales del budismo, es la llamada misericordia por la religión judeo-cristiana y un valor fundamental del islamismo, entre otros.
Cuando hablamos de compasión no podemos dejar de pensar en empatía, en ayudar al prójimo, en sentir pena o lástima. No podemos dejar de asociarla a sufrimiento, a pobreza, a desigualdad, a injusticia. Todos perseguimos experimentarla y muy pocos desean que la sientan por ellos.

Pero hoy voy más allá. 


Compadecer a otros o ser compadecido no se limita a sentir pena por el prójimo, a entender cómo se siente, a querer ayudar al otro. Estas son vagas definiciones que merecen ser profundizadas, sobretodo si estamos implementando este concepto en una rama de la psicología contemporánea tan importante y con tanto potencial como es la psicología positiva.

Qué es la compasión

No creo que la palabra compasión sea para nadie una palabra desconocida. Sin embargo, sí creo que el significado de esta palabra es desconocido para muchos, o por lo menos confuso. Para empezar a entender qué es, la compasión puede ser definida como una emoción, y pertenece al grupo de emociones positivas.

Una persona puede entrenar y practicar la experiencia de esta emoción a lo largo del tiempo y convertirse así en compasiva.

Una persona compasiva experimenta la compasión como un sentimiento (una emoción que permanece en el tiempo) que incluye empatía, es decir, el entendimiento del estado emocional del otro, pero es más intenso que ésta, y se manifiesta a partir del sufrimiento de otra persona, dirigiendo la motivación del ser compasivo a realizar acciones y conductas que alivien ese sufrimiento. 

Además, existe una estrecha correlación entre felicidad y compasión. No existe gente egoísta feliz. Si piensas en personas que conozcas que sean verdaderamente felices, podrás observar que entre sus características están el altruismo y la generosidad.

Entonces, ¿la compasión se traduce en ser generoso y altruista? No exactamente. Éstas son características de la compasión, pero no son sinónimos, pues existen personas generosas o altruistas y no por ello han de ser compasivos. Igual que compasión incluye empatía pero no es sinónimo de ésta.


El arte de ser compasivo

La compasión nos es enseñada a nivel teórico desde la ética y las diferentes religiones pero desde un modelo de conducta social, pues el entorno nos muestra modelos a copiar muy lejanos a la compasión. Y el ser humano aprende en gran medida por observación, también llamado aprendizaje vicario. Nos son transmitidos otros valores muy diferentes, el mundo social en el que nos desenvolvemos es entre otras cosas frívolo, individualista, materialista, y promueve el egocentrismo.

Cuando caminamos por la calle y descubrimos un parque con flores, observamos a las diferentes personas que caminan, vemos un pájaro que se posa en una rama, tendemos a mirar todo ello cegados por el hedonismo que inunda nuestro mundo social y emitimos un juicio acorde a ello. Solemos clasificar lo que percibimos a nuestro alrededor con un "me gusta" (en plan Facebook) o un "no me gusta" (el otro botón que se lleva ya tiempo pidiendo. Zuckerberg... ahí lo llevas). 

Adaptamos el medio a nuestras necesidades. En pocas ocasiones nos paramos a pensar y percibimos de lo observado aquellas necesidades que necesitan ser satisfechas. 

A qué me estoy refiriendo, te cuento. 

Imagina uno de esos días en los que esperas en la cola del supermercado. La cajera no sólo es desagradable a la vista, con esas mechas mal dadas, ese maquillaje exagerado y ese modo ordinario de mascar chicle con la boca abierta, sino que derrocha antipatía con cada cliente que pasa. Sus miradas, sus gestos y su conducta empujan a nuestra mente a emitir un juicio inmediato y sin retorno: "no me gusta", y clasificamos a la cajera en este cuadrante. Es más que probable que la mayoría de las personas que toman contacto con ella ni le miren con el fin de evitar un momento no agradable, o que lo hagan con indiferencia, incluso de forma poco amigable, reflejando el desagrado que perciben y siendo coherentes con el (pre)juicio emitido. ¿Qué ocurriría si al pasar por caja le dedicáramos a esta persona la mejor de nuestras sonrisas? Haz la prueba. Pocas personas reaccionan mal a un gesto amable, a una sonrisa, a un "que tengas un buen día". Es bastante probable que esa mujer que trabaja con cara de bulldog francés sea de las personas que más necesiten ese día un feedback positivo. Has podido percibir e identificar su necesidad, luego has practicado la compasión.

Sé la acción en tu medio, no la reacción a él.

Otro ejemplo. Todos conocemos a la mítica persona con dificultades de interacción social. Aquellos percibidos como "raros", esos que por más que ponen de su parte no consiguen integrarse en un grupo de amigos, de colegas de trabajo o de compañeros de piso. De nuevo pulsamos automáticamente el botón de "no me gusta", pues la mera presencia de estas personas y sus comentarios inapropiados generan momentos incómodos, desagradables, lo que desencadena una situación o reacción de rechazo. El hedonismo nos ha cegado de nuevo. Esa persona "rara" no encaja con nuestro estándar de normalidad social, luego lo expulsamos de nuestro entorno casi inconscientemente. Se deja de llamar a esa persona, se mira mal, se contesta de manera antipática o arrogante, se desprecia. 
Pero reflexiona un segundo las consecuencias. La inmensa mayoría de las veces lo que ocurre es esto: Si una persona tiene una actitud o conducta inapropiada y no encaja en los diferentes círculos sociales, genera rechazo. Este rechazo es percibido por la persona, que busca desesperadamente abolirlo y tener la oportunidad de ser aceptado por el círculo social, y no dudará en desplegar sus recursos para intentar por otra vía lograr su objetivo. Por algún motivo que creo ya te imaginas, una persona con un bajo dominio de las habilidades sociales buscará de nuevo alternativas inapropiadas que le harán parecer todavía más "raro" y que posiblemente provoque la recepción de más y más rechazo, entrando en una espiral de rechazo de la que por desgracia es demasiado complicado salir (como de cualquier espiral).

Esta espiral suele desencadenar en trastornos afectivos, en fobias, puede dar lugar a una introversión del individuo, a autojuicios negativos, baja autoestima, autoconcepto poco realista, a la evitación o huida de situaciones sociales por miedo al rechazo, etc.

La mayoría de las personas con dificultades en las relaciones sociales, son personas con una mayor necesidad de aceptación y de afecto. Quien practica la compasión, sabrá identificar esas necesidades y estará dispuesto a satisfacerlas con una actitud abierta, tolerante, de aceptación y reconocimiento, con elogios, con acercamiento. El individuo con dificultad se sentirá por tanto aceptado y cómodo en ese ambiente social, podrá ser así él mismo y podrá sacar lo mejor de él sin temor a ser rechazado. Haz de nuevo la prueba y sé compasivo con aquellos que tienen menos habilidades. Habrás cortado la pescadilla que se muerde la cola, y ahora esa pescadilla podrá nadar libremente en el océano.

Como ves, la compasión no es solo practicable en el tercer mundo sino que puede ser puesta en práctica en las diversas situaciones de la vida cotidiana. De nada sirve que vayas a un pueblo perdido de la India a ayudar a quienes más lo necesitan, si no ayudas a quienes te rodean en tu vida diaria y necesitan de tí.

Es posible que a través de los ejemplos hayas sido capaz de elaborar inductivamente el complejo concepto de compasión y de haberlo digerido, incluyéndolo en tu colección mental de emociones positivas, junto a la gratitud y al optimismo.

Y este era mi objetivo de hoy...

Así que te dejo, que tengas un buen día, me quedo satisfecha de haber practicado la compasión contigo enseñándote un concepto necesario e imprescindible para experimentar felicidad, que es una de las necesidades vitales básicas de todo ser humano, y cuya ausencia genera más sufrimiento.


¡Hasta muy pronto!


"Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite" (Robert Louis Stevenson)



Si te interesa saber más sobre compasión, te recomiendo esta conferecia de TED:


y este documental de REDES:

Compasión para vivir

viernes, 11 de abril de 2014

Reflexiones de Tailandia

¡¡Buenas tardes de viernes a todos!! 



Un bañito en Poda Island...
El sábado volví de Tailandia y tras volver a la rutina y en general a la realidad, todavía estoy en proceso de recuperación. El clima alemán me ha recibido con frío y lluvia, tan simpático él, y mi cuerpo viniendo del paraíso, tan bien acostumbradito al clima tropical, a mucho movimiento y alimentación sana, ha lanzado una protesta y me ha castigado con un leve resfriado.

Ay... esos días después de volver de vacaciones... ¿Qué duros, verdad? Viendo fotos, videos, acordándote de todos los momentos... Ha sido una experiencia increíble. Inolvidable. Una aventura. Aterricé y me puse en modo radar a absorber con todos los sentidos lo que me rodeaba. Y así hasta el último día. Bangkok, Chiang Mai (el norte), Krabi, Raylay, Koh Lanta, Koh Phi Phi y de nuevo Bangkok ha sido nuestra ruta.

Leí que era posible hacer un monk-chat (tener una charla con los monjes, lo hacen posible para practicar su inglés, ¿qué os parece?) así que puse todo de mi parte para charlar con uno, me recorrí todos los templos de Chiang Mai e incluso meditamos en uno de ellos (mi novio se echó la siesta, que es el modo de meditación español). Le pregunté a varios monjes, pero ninguno hablaba inglés. Pillé a uno infraganti lavando su porsche, tan humilde y discreto.

Yo, después de haberme documentado bastante, me moría por preguntarles en vivo y en directo por su modo de vida, por la práctica en el día a día de mindfulness, por su rutina, ¿os imagináis lo guay que hubiera sido llegar en plan pro y publicar mi entrevista con un monje tailandés? Pues no.



Al final le pregunté a un turista que pasaba por allí, que resultó ser vasco, y me informó de dos cosas que me dejaron bastante desconcertada porque además las he podido contrastar y son ciertas: una, que las mujeres tienen absolutamente prohibido tocar a los monjes y otra, que es muy ofensivo tocarles la calva. Tocarles la calva... No le encuentro el sentido social a esto. Una persona cuando entra en contacto con otra puede sonreir, mirar a los ojos, estrechar la mano... pero no le toca la calva, y menos si no lo conoce. Me pregunto si pusieron la regla por recibir capones de los turistas.




Y bueno, yo soy capaz de charlar con un monje hasta el final sin tocarle la calva, pero soy mujer, qué le voy a hacer. Mi género femenino, por mucho que en Tailandia se cambie de sexo como de peinado, me gusta demasiado, de modo que no reuniendo uno de los requisitos, tuve que desistir.

Sin embargo, y a pesar de haber dejado mi ilusión en Tailandia de jugar a periodistas y volver con una entrevista exclusiva que nunca tuvo lugar, sí he metido en mi maleta multitud de temas interesantes sobre los que estoy investigando y en los que me gustaría profundizar. Como podréis imaginar, son en su mayoría de sociología y de psicología social.

Voy a hacer un breve apunte como para introduciros los temas que tengo pensado abordar, que surgen de la experiencia y seran completados con bibliografía, como siempre. Mañana comenzaré con el primero, que introduce el concepto de compasión, un concepto muy importante en psicología positiva.

Algo que me ha llamado especialmente la atención de la sociedad tailandesa en ciudades grandes y en desarrollo como Bangkok o Chiang Mai es el anhelo de ser o parecer occidentales y me he dado cuenta del poder mediático que ejercemos sobre Asia en general. (esto no solo sucede en Tailandia sino también en otros países asiáticos, como Japón, Indonesia o Corea (del Norte y del Sur). Digo poder mediático porque todos tenemos claro que ellos ejercen sobre nosotros otro tipo de poder. Así, eligen comunicadores, modelos o actores en los medios de comunicación con aspecto occidental. Las series de televisión tailandesas son protagonizadas por hombres y mujeres con un aspecto relativamente alejado de, digamos, sus "rasgos originales".

En Occidente por el contrario se aprecian mucho los rasgos asiáticos, los ojos rasgados se relacionan con belleza y en concreto la mujer asiática suele considerarse muy atractiva. Además, nuestro canon de belleza actual muestra pieles bronceadas y nuestra tendencia a perseguir ese canon nos obliga a hacer verdaderas locuras para conseguir los tonos planteados: ir a un solarium, tomar el sol durante horas, utilizar autobronceadores, aceites o caña de azúcar. Allí no solo se ha extendido y se está extendiendo un tipo de operación de estética que elimina el párpado consiguiendo un efecto "ojo occidental" sino que se percibe la blancura de piel como símbolo de belleza, pureza y estatus social. El bronceado se atribuye más bien a aquellos que trabajan en el campo, que pasan más horas al sol y tienen un menor nivel socioeconómico. (Es curioso que este canon de belleza era el establecido en Europa también hace un par de siglos). Así que si estás en un país asiático y vas al supermercado a comprar crema facial/corporal, fíjate bien en los ingredientes porque como te descuides, hasta las marcas europeas llevan efecto "whitening" (blanqueador).

Por supuesto otros factores culturales han despertado mi curiosidad, por ejemplo la gastronomía. Utilizan en cada plato todos los cinco tipos de sabores: dulce, picante, salado, ácido y amargo. Hicimos un curso de cocina y quedamos enamorados de la gastronomía tailandesa. Otras diferencias culturales nos parecieron curiosas, como el saludo, el idioma, o costumbres como que allí consideren la cabeza la parte más digna del cuerpo y los pies la más indigna, luego es de muy mala educación mostrarle los pies desnudos a alguien. También la inmensa cantidad de input (o estímulos visuales) que te encuentras en la ciudad. Me pareció brusco y exagerado, pues observas pantallas de televisión hasta dentro del metro, publicidad mires donde mires, luces, etc. No entiendo cómo puede un ser humano vivir su día a dia así. Algunas ciudades europeas tampoco se alejan mucho de esta estructura de ciudad. Eso es maltrato cerebral.

Los contrastes son otro choque cultural. Cómo la sociedad de un país que produce prendas a dos duros para tiendas como Zara, Mango, H&M... compra luego esa misma ropa a precio de tienda, un precio que se escapa de las posibilidades de la enorme mayoría. Cómo tiene tantísima gente un iPhone 5 siendo su sueldo mensual menor a 400€. Cómo una ciudad puede ser moderna y tercermundista a la vez. Cómo en los tiempos que corren y con tal borrachera de productos electrónicos modernos todavía existe una inmensa falta de conciencia social, ecológica y de seguridad. Se me encogía el pecho cada vez que veía a seis mujeres montadas en una scooter sin casco (aunque esto último no debemos olvidar que en nuestro país hasta hace poco era igual) y la sexta iba sentada detrás con un bebé cogido de un brazo.

Este mes de Abril el blog vas a estar muy interesante... ¡No desconectes! Para los que no habéis estado nunca, espero haber ofrecido una introducción con información interesante, para aquellos que sí, me encantará que compartáis, sugiráis, opinéis o refutéis mis experiencias, aportando las vuestras y complementando mi análisis.

¡Aquí estoy de vuelta con las pilas recargadas y con muchas ganas de aprender!


Hasta muy pronto.


"Aquel que no investiga se torna no solo infeliz, sino también injusto" (Blas Pascal)