Buenos días domingueros. Terminamos la semana con un tema de psicología positiva del que voy a hablar en un futuro con relativa frecuencia, pues es uno de los temas más actuales de esta rama y comprende muchos nuevos estudios, así que conviene aprender como mínimo la definición básica y el concepto en general.
Introducción al concepto de RESILIENCIA (o RESILENCIA)
¿Habíais escuchado alguna vez esta palabra? ¿A qué os suena? Yo la primera vez que la escuché la asocié automáticamente a ancianos. No me preguntéis por qué. Seguramente por su parecido semiótico con la palabra "residencia", que entre sus categorías me resulta más cercana por experiencia personal la de "residencia de ancianos" y en fin, ante mi desconocimiento e ignorancia, supuse que algo tendrían que ver. Para mi sorpresa su significado poco tenía que ver con la tercera edad, o por lo menos no necesariamente.
La palabra resiliencia proviene del verbo latino "resilire" que se traduce como "saltar hacia atrás, rebotar", y no veo yo a ancianitos saltando hacia atrás y rebotando, así que ya de entrada podemos descartar el vínculo a este grupo de edad. Profundizando en el concepto (y poniéndonos un poco más serios), la definición difiere según el contexto. En psicología, resiliencia es la capacidad que tiene un sujeto o grupo para superar las adversidades, traumas -a veces graves- o circunstancias difíciles de la vida proyectándose de cara al futuro.
La resiliencia se sitúa en el campo de la psicología positiva, y está respaldada por múltiples testimonios de gente que según parece, ante una situación traumática, han conseguido encajarla y seguir viviendo, incluso en un nivel superior, desarrollando ciertos recursos latentes y la mayoría de las veces insospechados.
El famoso refrán "lo que no te mata, te hace más fuerte" puede ser una representación ideal de este concepto.
La resiliencia se sitúa en el campo de la psicología positiva, y está respaldada por múltiples testimonios de gente que según parece, ante una situación traumática, han conseguido encajarla y seguir viviendo, incluso en un nivel superior, desarrollando ciertos recursos latentes y la mayoría de las veces insospechados.
El famoso refrán "lo que no te mata, te hace más fuerte" puede ser una representación ideal de este concepto.