domingo, 19 de enero de 2014

Voyeurismo: Placer espiando actos sexuales

Mallorca. Verano de 2013.

20:00 h. Julia y su amiga Mónica salen del hotel para salir una noche de viernes.

22:15 h. Después de cenar se animan tomando copas en un garito del centro de la ciudad.

23:30 h. Conocen a un grupo de alemanes. Todos muy simpáticos y bastante agraciados.

01:05 h. Julia lleva un rato tonteando con uno de ellos. Después de copas, chupitos, copas y chupitos, desaparecen y se van a algún lugar algo más "privado" en la playa.


Lo que Julia no se imagina es que tras una de las múltiples tumbonas que ofrecen las cadenas hoteleras, a modo de trinchera, se esconde un hombre que está tomando parte de absolutamente todos y cada uno de los movimientos de la espontánea pareja. Y no está meramente observando, sino que además la imagen de ambos le está excitando.

La invasión de los mirones

Es muy común la existencia de estos "espías", denominados voyeurs. La palabra proviene de nuevo del francés. Deriva del verbo voir (ver). El voyeurismo es una conducta que consiste en observar a personas desnudas o practicando actividades sexuales, generalmente de lejos, ocultamente y sin consentimiento de las personas partícipes, con el único fin de excitarse sexualmente. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) lo clasifica como una parafilia que se encuentra entre los trastornos sexuales y de la identidad sexual.

El perfil del voyeur es en un 99% hombres heterosexuales (tiene mucho sentido teniendo en cuenta que los hombres se excitan mucho más visualmente que las mujeres). La mayoría tienen pareja o incluso están casados y ocultan estas conductas.
Hay que dejar claro que generalmente NO buscan el contacto físico con la persona o personas observadas, la mera observación es lo que les produce excitación y el riesgo a ser descubiertos actúa como potenciador de ésta. La conducta del voyeur puede acompañarse de masturbación (simultánea o posterior, acordándose de la escena; y solos o en compañía), sin embargo es curioso que en algunos casos son capaces de llegar al orgasmo simplemente observando el acto sexual.

Muchos de los casos tienen al parecer su origen en la adolescencia, antes de los quince años. Jóvenes excesivamente tímidos o introvertidos que han tenido problemas para relacionarse con el sexo opuesto. También una prohibición o presión extrema de los padres acerca de los temas sexuales puede ser un factor desencadenante de este trastorno. Algunos de los voyeurs incluso relatan haber comenzado estas actividades observando a escondidas a sus padres teniendo relaciones sexuales.

Diferencia entre voyeurismo y la mera contemplación de pornografía

El aspecto más grave del voyeurismo (cuando realmente se considera un trastorno) es cuando esta expresión de la sexualidad se convierte en exclusiva del individuo. El contacto físico deja de producirles excitación. No se considera voyeurismo por ejemplo a toda actividad enriquecedora del acto sexual normal como puede ser recurrir a material pornográfico o determinadas fantasías sexuales.
La DSM-IV diferencia claramente entre una conducta voyeurista de una mera contemplación de pornografía mediante el grado de impulsividad y compulsión del acto.

La conducta voyeurista es una conducta compulsiva, donde suelen producirse alteraciones fisiológicas del sistema nervioso simpático como un aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración y ansiedad cuando aparecen los estímulos. Estos síntomas físicos desaparecen cuando culmina la actividad voyeurista.

Los criterios a considerar a la hora de realizar un diagnóstico diferencial son los siguientes:

  • Presentarse durante un periodo mayor a seis meses.
  • Desplazar o anular cualquier contacto físico interpersonal que caracteriza toda actividad sexual.
  • Manifestar la fantasía, el impulso y el comportamiento sexual de manera recurrente, compulsiva y altamente excitante.
  • Esta conducta produce malestar altamente significativo, deterioro social, laboral y/o de otras áreas importantes para el individuo.
El último punto merece ser aclarado. ¿Cómo es posible que la actividad voyeurista afecte a la vida social y laboral de la persona que la comete? Bien, este trastorno puede considerarse una adicción. Y como toda adicción, el que lo sufre necesitará cada vez más estímulos y mayor intensidad de éstos para experimentar el mismo nivel de excitación. La frecuencia también aumenta pasando a ser de habitual a diaria. Si esa conducta se interrumpe, el voyeur puede experimentar un "síndrome de abstinencia", un cuadro de síntomas como agitación, depresión y pensamientos obsesivos. La consecuencia de ello es el aislamiento social y los conflictos con la gente que les rodea.

Tratamiento

Un dato curioso es que no suelen ser ellos los que acuden a pedir ayuda, sino sus parejas, la familia, la policía o la orden de un juez por tener alguna denuncia. Es difícil descubrir cuándo una persona realiza actividades voyeuristas, pues éstas tratan de ocultarlo en la medida de lo posible. El síntoma que más llama la atención es que pierde el interés sexual genital, suele ser excesivamente cariñoso y detallista con su pareja y propone casi siempre hacerlo frente a espejos.
Ellos no lo viven como una "enfermedad" en sí misma, solo empiezan a ser conscientes cuando realmente su vida social, laboral, familiar y conyugal se deterioran debido a sus "adicciones".
En la mayoría de los casos, con una medicación adecuada y psicoterapia, el pronóstico es bastante bueno.

Los factores que determinan que una persona desarrolle una parafilia determinada (el exhibicionismo suele estar muy relacionado con el voyeurismo) son todavía un misterio...ç

... Interesante, seguimos pensando cuánta gente conoceremos con este tipo de trastornos, ya que por estadística conocemos a alguien seguro...



¡Hasta muy pronto!





"Lo importante se halla en la mirada, no en la cosa mirada" (André Gide)










martes, 7 de enero de 2014

Ataques sexuales en aglomeraciones: el frotteurismo

Hace poco me tocó leer sobre parafilias sexuales y automáticamente vino a mi mente una experiencia
bastante desagradable que tuve hace unos años, durante un viaje que hice en mi primer año de carrera a Roma con una amiga. Íbamos en el metro en hora punta, repleto de gente hasta los topes, de pie y comentando la noche anterior, en la que habíamos salido de fiesta con un grupo de Erasmus de nuestro hostal. A mi amiga de vez en cuando le dan ataques de verborrea, y éste fue uno de esos momentos. Ella hablaba y hablaba emocionada cuando de repente siento que el señor de mi izquierda se está acercando demasiado a mí. El metro iba lleno, pero él tenía espacio de sobra y al percibir que de alguna forma estaba invadiendo mi espacio vital, me retiré discretamente. En ese momento comprobé que no era un acercamiento casual, pues él se volvió a acercar con disimulo. Tengo que contextualizar haciendo hincapié en mi corta edad, veinte años, y en que por aquel entonces era fácilmente impresionable por cualquier suceso que se alejara de lo habitual (había visto poco mundo por decirlo así), por lo que mi reacción fue la siguiente: me quedé paralizada y blanca como una pared. Mi amiga seguía hablando y yo la miraba aterrorizada intentando comunicar con los ojos lo que estaba ocurriendo, pero ella interpretó que estaba quedándome blanca por lo que me estaba contando, por lo que siguió con su discurso ciega de euforia.

Lejos de terminar ahí aquello, y desesperada porque mi amiga no captara la situación, de repente escuché al hombre gimiendo en mi oreja, primero muy bajito, pero incrementó el tono hasta la evidencia, a la vez que noté un bulto a la altura de mi muslo. Presa de pánico no conseguí moverme y empecé a sudar como un pollo, casi llorando porque mi amiga no me salvaba, ella seguía hablando porque pensaba que mis ojos como platos se debían a su interesante historia. Es curiosa la variedad de reacciones que tiene la mente humana ante situaciones chocantes, aunque la opción de salir corriendo y gritar hubiera estado mejor, estando el vagón como estaba no hubiera sido una opción exitosa. Insistí con la mirada siendo cada vez más obvia y en una de las pausas que mi amiga hizo a lo largo su interminable discurso, me miró y por fin se percató de que algo no iba bien (la sensibilidad parece que no es lo suyo). Tras preguntarme "¿qué pasa?" y no obtener respuesta, miró al señor, me miró a mí, me agarró bruscamente y me alejó a la otra punta del vagón.

El desconocido se bajó en la siguiente parada atreviéndose además a mirarnos con una sonrisa lasciva desde el andén. Yo seguí un largo rato con la respiración contenida y con taquicardia, naúseas y muchas, muchas ganas de llorar.

Hoy, me vuelve a pasar algo parecido y os aseguro que el hombre no sale vivo de ese vagón.

El frotteurismo: el placer de tocar sin permiso

Este tipo de personas, en su mayoría hombres, abundan en aglomeraciones como el transporte colectivo, una fiesta o en la calle, esperando encontrar una víctima desconocida contra la que frotarse, pues esa conducta es para ellos fuente de excitación sexual. Se trata de los frotteur. Esta palabra derivada del francés, el frotteurismo, define un trastorno sexual o parafilia que en muchos casos se considera agresión (en el mío desde luego que sí). Es de hecho la segunda parafilia más frecuente después del voyeurismo (excitación sexual en la conducta de observar sin permiso a parejas teniendo relaciones sexuales).

Entendemos parafilia por desviaciones sexuales o perversiones, trastornos de inclinación sexual, es decir, conductas poco comunes o extrañas para conseguir la excitación. Y en muchos casos supone agresión a otra persona, pues exige prescindir de su consentimiento.

¿Os parece un trastorno "raro"? Pues es mucho más frecuente de lo que os imagináis. Algunos de los hombres que lo padecen tienen pareja o están casados e incluso tienen relaciones sexuales normales. En ciudades como México y Tokio, donde el transporte público suele estar abarrotado, el frotteurismo se ha convertido en una costumbre tan extendida, que han tenido que colocar señales prohibiéndolo e incluso habilitar vagones "solo para mujeres". Y no es exagerado: dos de cada tres mujeres habituales del metro de Tokio entre 20 y 30 años aseguran haber sufrido un ataque sexual de este tipo.

Las zonas que los agresores suelen tocar con mayor frecuencia son los glúteos, los muslos, el pecho y los genitales. Mientras lo hacen suelen imaginar que están teniendo una relación sexual con esa persona.

Actualmente se considera acoso o agresión sexual, pues la víctima no consiente este tipo de contacto. Si te ha pasado o te ocurriera alguna vez, no dudes en denunciarlo.

Criterios diagnósticos: ¿Padeces este trastorno?

Según el DSM-IV-R (Diagnósticos de salud mental), deben cumplirse los siguientes síntomas para establecer el diagnóstico de frotteurismo:

1. Durante un periodo de seis meses experimenta fantasías sexuales recurrentes altamente excitantes e impulsos sexuales o conductas ligadas al hecho de tocar o rozar a una persona en contra de su voluntad.

2. El individuo ha satisfecho estas necesidades sexuales, éstas producen malestar elevado o interfiere dificultando la vida normal.

Esta parafilia requiere por supuesto terapia psicológica. En ella se trabajará en encontrar la raíz de esta conducta y en conseguir que la persona exprese de otra manera alternativa su sexualidad.

Curioso, ¿verdad?

Pues próximamente os contaré más acerca de las parafilias, todo un mundo en psicología interesantísimo a la par que sorprendente, pues son argumentos de multitud de historias de terror, un mundo que por cierto nos rodea, no sigáis creyendo que no conocéis a nadie que sufra este tipo de patologías porque por estadística, a alguien conocéis SEGURO, otra cosa es que no lo sepáis... pues en la mayoría de los casos forma parte de la privacidad del psicópata. Ahí lo dejo...




¡Hasta muy pronto! 












martes, 31 de diciembre de 2013

Empezando el 2014 con buen pie... ¡Descontamina tu mente!

El Mono de Harlow* cierra el 2013: ¡Buenas tardes desde Madrid!

He tenido la suerte este año de poder pasar la Navidad en mi ciudad natal algo más de dos semanas, así que teniendo en cuenta que llevo cuatro años y pico viviendo en Munich y apenas veo a mi familia y amigos, creo que mi ausencia temporal del blog está más que justificada.
Como siempre y creo que muchos estaréis de acuerdo en esto, las navidades son un periodo de encuentros, desencuentros, reencuentros, de reflexiones y análisis, de evaluaciones y conclusiones. Un momento de reencuentro incluso con uno mismo. Un momento de mirada hacia atrás, y también de mirada hacia adelante. Surgen preguntas sobre el curso de tu vida y propuestas para su continuación.

Estos días de reflexión son complicados para todos. Algunos se despiden del 2013 con alegría, pues no consideran que haya sido un buen año; otros lo hacen con nostalgia, recordando todos los buenos momentos que han vivido. Otros con tristeza o enfado. Otros ni siquiera lo celebran, pues el cambio de año no supone un significado para ellos, y es probable que reflexionen en otra época del año. Los más idealistas elaboran incluso una lista de propósitos de año nuevo, de los que todos sabemos que al final no se termina cumpliendo ni la mitad. Sin embargo no deja de ser algo motivador para posicionarnos en dirección a determinadas metas y suelen ser de hecho fruto de una exhaustiva evaluación de los procesos y logros conseguidos a lo largo del año anterior.


Yo también era de esas personas que escribía su lista de propósitos, incluso en 2007 hice una para los siguientes cinco años, es decir, hice una descripción o lista de cómo quería verme en los próximos cinco años. Para mi sorpresa, encontré esta lista hace dos nocheviejas y menos uno, pude hacer "tick" en todos los ítems. Ahí me di cuenta no sólo de que las metas que me propuse eran realistas, sino de que tenía claro adónde me estaba dirigiendo. Y sí, me sentí muy satisfecha, por eso sigo haciéndolo aunque también me he dado cuenta de que es más fácil y nacen más metas a los veinte años que a los veinticinco.

¿Propósitos para el 2014?

Entre los propósitos que sugiero a nivel psicológico (es lo mío) están recordar algunos de los puntos de psicología positiva que hemos aprendido este año, como disfrutar las PEQUEÑAS COSAS que nos hacen felices, saber dar GRACIAS por aquello que tenemos y para aprender este último día del año propongo DEPURAR NUESTRA MENTE utilizando como herramienta la reflexión para empezar con buen pie el año y vivir en 2014 envueltos en una atmósfera libre de malos pensamientos que favorecerá una existencia más serena y más estable.

Durante un seminario sobre encuentros entre Oriente y Occidente en Dharamsala, en la India, una psicóloga americana entre el grupo de asistentes expuso el tema del odio hacia uno mismo. En un principio el Dalai Lama dudó haber escuchado bien y pidió de nuevo al traductor que le explicara el concepto. Luego preguntó directamente qué significaba eso de odiarse a uno mismo, ya que le parecía inconcebible que el ser humano pudiera sentir odio hacia sí mismo.

Cuando finalmente entendió a qué se estaban refiriendo, y le explicaron que es un fenómeno muy frecuente en Occidente, le invadió una enorme tristeza. Solo imaginar que tantísima gente pudiera sentirse mal consigo misma, hasta el punto de odiarse... ¿Dónde se originan estos horribles juicios que surgen en nosotros tan frecuentemente? ¿Esos "soy un desastre", "no soy capaz de conseguirlo"? ¿Esos "no me merezco ser amado"? ¿"No estoy a la altura"?

Los juicios negativos que atribuimos a nosotros mismos provienen generalmente del miedo a lo que piensen los demás de nosotros. Son en realidad juicios de otros -reales o imaginarios- que nos hemos atribuido como propios.

En realidad no es tu voz la que resuena en tu cabeza haciéndote sentir así y contaminando tu mundo psíquico. Son las voces irreales de todos aquellos que crees que piensan o han pensado alguna vez así de tí.

Es importante parar el raudal de pensamientos negativos que podemos tener sobre nosotros mismos.
Lo he repetido a lo largo de este año y lo reitero: TRÁTATE CON AMABILIDAD.

¡Fuera prejuicios!

Y esto no es suficiente. ¡Debemos de hecho poner fin al raudal de pensamientos negativos que tenemos sobre los demás! ¿Eres una persona prejuiciosa? Pues debes saber que a nadie estás haciendo tanto daño como a tí mismo. Cuando asestamos un juicio categórico acerca de un amigo, compañero o conocido (o familiar), "es un incompetente", "es un egoísta", "es una arrogante", "es un liante", lo que estamos haciendo es administrarnos una pequeña dosis de autosatisfacción al compararnos ventajosamente con la que consideramos víctima de nuestro juicio. Pero esa satisfacción es muy a corto plazo. Las críticas a la gente con la que compartimos la vida refuerza esa idea de que vivimos en un mundo de víctimas-agresores en el que cada uno es víctima y agresor a la vez.

Solo debes esperar tu turno para ser criticado por cualquiera. Siempre tengo en mente esa famosa frase que me dijo una vez mi madre y que hoy escucho casi a diario por los psicólogos: "NO SE PUEDE CAER BIEN A TODO EL MUNDO. ASÍ QUE DEJA DE INVERTIR TU ENERGÍA INTENTÁNDOLO". Liberándonos de los juicios agresivos a los demás aprenderemos a liberarnos de los juicios que realizamos con nosotros mismos. Cuanto más tolerante y relativo seas, así como cuanto más situacionales sean tus juicios, más tolerante, relativo y flexible serás haciendo juicios sobre tí mismo.

A mi parecer, una de las plegarias más conmovedoras y sencillas del budismo es una etapa fundamental hacia la ecología interior y la de nuestras relaciones con otras personas.

Reflexiones de 2013

Personalmente añado una despedida alegre de 2013, alegre porque haciendo balance ha sido sin duda un año feliz. He cumplido proyectos, he amado y he sido amada a nivel familia, amigos y pareja, he aprendido muchísimo, me he desarrollado a nivel personal y profesional, he vivido nuevas experiencias. También he empezado este pequeño hobby en el que estoy escribiendo ahora. E igual que muchos me habéis escrito agradeciendo lo que hago y animándome a que siga, quiero agradeceros yo también el tiempo que dedicáis en leer mis textos. Sin ser algo remunerado, me satisface y me llena mucho cada vez que alguien me comunica que le he ayudado en algo o que el artículo le ha servido para algo, ya que la sensación que me da siempre es la de escribir para la nada y hace ilusión saber que detrás de la pantalla hay tanta gente que me sigue, incluso dejando de escribir 15 días se ha mantenido la media de visitas diarias.
Estoy sorprendida. 
Muchas gracias. 
Este 2014 seguiré esforzándome por ofrecer calidad y haceros pasar un buen rato a la vez que aprendemos juntos. 

Por otro lado ha sido un año que me ha ofrecido conocer personas maestras, unas me han aportado y enseñado y de otras me he tenido que alejar. Todo el camino ha estado lleno de magia y han ido surgiendo personas, situaciones y oportunidades en cada momento, como si corriera una "jincana". En general creo que la vida se porta muy bien conmigo (si me lo merezco o no, ese es otro tema) y confío en que la actitud positiva que me ha traído adonde estoy hoy me seguirá llevando por el buen camino. 

Espero y deseo que todos los que estáis leyendo el artículo de hoy caminéis por el 2014 con decisión, con positivismo, pisando fuerte y que consigáis atraer a vuestra vida todo lo que necesitáis, deseáis y queréis. Acordaros de lo más importante: AMAR, AMAR, AMAR!!! Transmitírselo a vuestro padre, madre, hermano, hermana o pareja, acordaros de decir: TE AMO, no es bueno abusar de una frase pero tampoco evitarla como hace mucha gente; no hay que darlo por hecho, y es tan importante decirlo cuando de verdad lo sientes... No os sintáis débiles ni ridículos, aunque la persona que lo escuche se sorprenda.
Pero sobretodo que construyáis un año feliz, que lo llenéis de buenos momentos, felices, que son los que al final quedan en el recuerdo y que tengáis la oportunidad de vivir experiencias que os aporten, os enseñen y os hagan mejores personas.

Os deseo también un buen desliz al 2014 y que paséis hoy una noche especial. 




¡A seguir disfrutando de la vida!


¡ F E L I Z     4 !





Madrid, disfrazada de Navidad


miércoles, 18 de diciembre de 2013

El estrés es tu amigo

Busca la palabra estrés en Google. Los resultados son tan variados como deprimentes. Hay millones de estudios, de artículos, las revistas no dejan de hablar de ello. Estrés por aquí, estrés por allí... Como mucho porque tengo estrés, como poco porque tengo estrés... Me mato a hacer ejercicio porque tengo estrés, fumo como un carretero porque, es que tengo estrés... El estrés es descrito como la enfermedad del siglo XXI, como emoción negativa, como fuente y causa de múltiples enfermedades físicas como tumores o trastornos digestivos, así como de trastornos psicológicos, siendo ejemplos depresión, ansiedad, anorexia o bulimia.

Demasiado negativismo, como siempre. ¿Qué ha pasado este último siglo con la fama negativa e innecesaria que se le ha dado a la palabra "estrés"? Concepto que por cierto, ni se conocía hace siglo y medio. ¿Por qué ha sido generado ese miedo, esa mala relación, esa evitación a toda costa, de una emoción que no solo generamos voluntariamente (la sociedad capitalista es algo inventado por el ser humano, verdad?) sino que es total y absolutamente natural y forma parte de nuestro amplio repertorio de emociones?

Hace poco pude ver un vídeo que por fin corroboró mis sospechas y ya fundamentadas creencias. Kelly McGonigal, psicóloga americana de la Universidad de Stanford, realizó un estudio que apoya mi crítica a las creencias sobre el estrés (exactamente igual que critico algunas creencias sobre el síndrome de Burnout) y presentó los resultados en una charla que ha sido publicada en la famosa comunidad virtual de TED. A los profesionales de la salud, a las industrias farmacéuticas, a los políticos, a demasiada gente con poder hoy en día, les conviene que se atribuya al estrés un significado alarmantemente negativo. Si existe estrés, aumenta la susceptibilidad de ser manipulado, es un producto, un estado creado en las personas que genera una necesidad que no existía, una necesidad fantasma de ayuda, de demanda de soluciones. Pero esto no es nada novedoso en la sociedad, sucede de hecho con excesiva frecuencia, crearte necesidades que no tienes para luego ofrecerte soluciones.

Así es cada vez mayor el número de personas que buscan esta palabra en el buscador más potente de todos los tiempos, que en mi humilde opinión, no solo es potente sino también injustamente poderoso. El estrés es pues, el enemigo. Ese estado que nunca queremos tener, y que paradójicamente tenemos constantemente.

Es por tanto importante, o al menos considero yo importante, propagar este conocimiento y ponerlo al alcance de todos de forma gratuita, altruista, sin otro objetivo que no sea el de ayudar a vivir un poquito más felices (y menos estresados, claro).

Pues bien, precisamente caer en esa trampa, en esas redes, de vivir evitando el estrés, genera en sí estrés. Es el comunmente llamado "miedo del miedo". Son las creencias que han sido lentamente incorporadas e incluidas en tu sistema natural de creencias, las que te producen ese estado que de forma mantenida y a largo plazo desencadena efectivamente en enfermedades manifiestas.

Es curioso como además aquél que vive relajado y sin estrés, está socialmente visto como "empanado" o vago, desde luego da qué pensar. La vida no tiene por qué ir más deprisa de lo que uno quiere que vaya, no hay prisa, la prisa (me puedo imaginar que la palabra prisa viene o está relacionada con la palabra presión) nos la damos nosotros porque así lo decidimos, porque vida hay de sobra para hacer todas las cosas que queremos hacer.


En mi opinión el estrés es algo así como un amigo que te está avisando de que deberías hacer algo o de que algo no va bien. Una especie de rescatador muy pesado. Y como nos han enseñado que es malo y que es el enemigo, le oímos pero no le escuchamos, pasamos de él, huimos, y entonces sigue molestándonos en el tiempo, insistiendo hasta que le hagamos caso y le escuchemos.

Es por tanto quizás algo más efectivo, cambiar esas creencias y aceptar al estrés, darle la bienvenida y preguntarle por qué ha venido, qué tiene que decirnos. En cuanto notes algunos síntomas físicos o psíquicos (problemas de sueño, apatía, tristeza, frustración, ansiedad, síntomas somáticos como granitos, eccemas, trastornos gastrointestinales entre muchísimos otros muy diversos) pregúntate por qué podrías estar así. Identifica. Prioriza. Actúa. Proponte metas reales y alcanzables. No procrastrines. Dedícate tiempo a tí, a tus hobbies, elige estar solo. Que la soledad no te elija a tí, pues es entonces cuando se deja de disfrutar. Relájate, borra de tu lista aquellas cosas por hacer que realmente no eran tan importantes. Ríete y sonríe, aunque no tengas ganas. Si no consigues algo que te has propuesto, piensa en todo lo que has aprendido durante el camino.

Y sobretodo, sobretodo... Que no te estrese el estrés.

Escúchale, y verás como desaparece...



!Hasta muy pronto!



"Primero no preocuparse por las cosas pequeñas y segundo, recordar que casi todas las cosas en esta vida son pequeñas" (Adam J. Jackson)

"Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto" (Henry Ford)




viernes, 6 de diciembre de 2013

Navidad... ¿noche de paz, noche de amor?

Hoy aporto una pequeña reflexión...

...que ha sido consecuencia de una conversación que surgió el otro día de sobremesa. (me encanta esta palabra: "sobremesa", que en alemán no existe porque no la hacen). La conversación derivó en el extenso a la par que polémico tema de la Navidad (bueno tampoco es que esto sea muy sorprendente, es lo propio en estas fechas). Este es, dicho sea de paso, uno de esos pequeños detalles que nos diferencian de los alemanes: ellos arreglan el mundo actuando, y nosotros preferimos hacerlo en modo charla, en la mesa después de comer/cenar.

Nuestra conversación no se centró en analizar las fiestas desde una perspectiva religiosa, que es supuestamente el único sentido que debería tener (y que doy por supuesto que conocéis todos, seáis católicos o no), sino desde la perspectiva consumista. No voy a soltaros la típica charla, soy consciente de lo de moda que está echar pestes de la Navidad y tacharla de "comercial". Parto sin embargo de esta base para luego entrar en su defensa. Pues no porque esta postura esté de moda, es menos válida.

El (ab)uso de los valores para aumentar ventas. La manipulación emocional para disparar el consumismo. Esa conquista silenciosa que ha hecho Papá Nöel de la Navidad en las últimas décadas porque sí, porque al Corte Inglés y a otros grandes almacenes les venía de lujo, porque si Coca-Cola se había emborrachado de éxito con su campaña navideña en la que aparece este señor con un diseño rojo demasiado hortera, no le iban a excluir del festejo. En un futuro incluso se atreverán a colarlo en algún versículo de la biblia, seguro, para defender que él siempre estuvo ahí, y es entonces cuando culminará su conquista de manera que la celebración de su llegada anual se torne indiscutible. Además como es obeso (un muy poco sutil reflejo de los excesos navideños), se desplaza en trineo y le llevan renos que vuelan. Muy realista. En mi opinión los Reyes Magos, lo mires por donde lo mires, tienen muchísimo más mérito y poniéndonos pragmáticos, más credibilidad. Se recorren el mundo en camello, por el desierto y además sufriendo de hambre y sed, que eso yo lo sé porque en mi casa arrasaban con las galletas y se bebían el brik entero de leche. Lo que está claro es que si los camellos volaran, Papá Nöel no hubiera sido competencia.

Y volviendo al tema que me concierne, estamos en un punto en el que se suma valor a los momentos (en algunas familias varios) de entrega de regalos y se resta peso al tiempo que se pasa en familia y con esos amigos a los que apenas se ven durante el año. Los niños son incluso educados en esta escala de valores. Las comidas familiares, los encuentros, se convierten en eventos estresantes y me atrevería a decir que en algunas familias se rozan la tensión y el cinismo. Lo que en principio era "Noche de paz, noche de amor" como decía el villancico, se convierte en "Noche de estrés, noche de horror", y preferimos basarnos entonces en otro villancico "beben, beben y vuelven a beber, los peces en el río por ver a Dios nacer", y claro, si los peces se ponen tiesos por ver a Dios nacer, nosotros no íbamos a ser menos. Los excesos son protagonistas de estas fiestas, en todas sus vertientes. Exceso de consumo de alcohol, exceso de discusiones, exceso de gastos, exceso de comida... Qué ironía, la gente mandando postales navideñas de Unicef u otras ONG´s, que donan un mísero euro por postal al tercer mundo (y encima nos sentiremos orgullosos, solidarios y con la conciencia dando aplausos, manda co...), que si de verdad nos da tanta pena que haya hambre en el mundo, se podrían donar los doscientos euros que tenemos pensado dejarnos en la ligerísima cena de Nochebuena y comida de Navidad, que nos comemos además, sin hambre. Y os recuerdo a aquellos que sois buenos cristianos, que la gula es pecado capital. No sé si me he confundido y he utilizado la palabra ironía cuando quería decir "hipocresía".

Mi novio siempre se ríe porque me gusta mucho la Navidad, y desde luego que por los últimos párrafos no creo haber dado eso a entender, pero es ahora cuando voy a argumentar mi actitud positiva hacia estas fiestas, positiva hacia una parte e irónica hacia la otra (la consumista), irónica, porque es mi forma de rechazar aquello con lo que no estoy de acuerdo. En este caso hay que darle un poco de gracias a la crisis, que por lo menos ha hecho tomar conciencia del abuso ridículo que la sociedad ha hecho (y sigue haciendo) de nuestro bolsillo con excusa de las navidades.

Por otro lado, de la conversación de sobremesa (me emociono de nuevo utilizando esta palabra), había un punto que me parecía positivo. Lejos de la crítica hacia aquellas personas que solo son solidarias y generosas cuando llega el mes de Diciembre, la mayoría del grupo opinaba que la puesta en práctica de estos valores eran también consecuencia del consumismo y expresaban abiertamente rechazo a esta clase de conductas. Es posible que en parte la peste la hipocresía que desprenden estas actitudes genere algo así como asco, pero si del absolutismo pasamos al relativismo, podemos elegir verlo desde otro punto de vista.

Así se disfraza Munich en Navidad
Este punto de vista es la Navidad como un periodo de reflexión, un punto de inflexión en el curso del tiempo en el que repasas tu trayectoria de vida y te preguntas, lo estoy haciendo bien? Practico lo que predico? Si la respuesta es sí, no necesitarás realizar ningún cambio en tu rutina, pues seguirás siendo una persona que aplica sus valores y sin más, pasarás por este mes como el que pasa un verano en Cuenca. Sin embargo puede que la respuesta sea no, y es entonces cuando las personas se aterrorizan al pensar que puede que no sean esas personas que elegirían como ejemplo a seguir, y rectifican con urgencia, con tanta urgencia que sobrepasan el otro extremo (ahora no soy solo generoso, sino el más generoso), explotando en Diciembre toda la solidaridad que no han explotado el resto del ano. Pues bueno, visto así, que la atmósfera navideña despierte ese buen-hacer que andaba dormido el resto del ano, no puede ser de ninguna manera negativo y puede ser interpretado incluso no como hipocreía, sino como una especie de alarma anual.

Este periodo de reflexión lleva a muchas personas a reconciliarse, al encuentro, al reencuentro, a expresarse lo mucho que se aman, o incluso a darse cuenta de que se aman, a dedicarle tiempo a aquella/s persona/s a la/s que tienes abandonada/s desde hace tiempo, a echar de menos...




...y ESO, aunque esté enmascarado de consumismo y de hipocresía, ESO es por lo que yo sigo creyendo en la Navidad como una época del año que merece la pena.




¡Hasta muy pronto!





Y bueno, después del final conmovedor americano-emotivo con el que he cerrado el texto, un detallito:




domingo, 1 de diciembre de 2013

Trucho, trucho, ¡que no te escucho!

Lucia y Marta quedan un lunes por la tarde para tomar un café. Lucía empieza a contarle a su amiga lo que le ocurrió el sábado con su novio, con el que tuvo una discusión bastante salida de tono, por la que ahora se siente fatal y lleva dos días sin poder dormir.

Marta aparenta estar atenta, mirando fijamente y asintiendo, pero al finalizar su amiga, comenta lo siguiente: "Ya ves, bueno no le des más vueltas, seguro que esta tarde te llama y lo arregláis. Con Pablo mi ex me pasaba lo mismo, discutía a veces y lo pasaba fatal pero luego me llamaba, aunque claro, él tenía mucho más carácter, porque hay que ver la de cosas que he aguantado yo con Pablo, como aquella vez que...".

¿Os ha pasado alguna vez una situación análoga o similar? Tener la sensación de estar contándole algo a un ser inerte. Dos personas siendo partícipes de un intercambio de monólogos. Alguien expresa una preocupación o cuenta un problema esperando ser escuchado, comprendido e incluso que la otra persona (amiga en este caso) se implique y eventualmente oriente o aconseje. En este caso, Lucía podía haberle contado su preocupación a su mascota o a un oso de peluche, y apenas hubiera notado la diferencia.

Marta no ha hecho otra cosa que reconducir la conversación a su Yo.

La recepción de la información por su parte está seriamente sesgada, procesando solo aquella parte que está relacionada con su experiencia personal, sin centrarse realmente en el problema como perteneciente a SU AMIGA, individuo ajeno inmerso en otro contexto, con otra personalidad, otra historia, otra experiencia vital. Una variante alternativa que hubiera indicado que en efecto, Marta se estaba implicando en el problema de su amiga Lucía, sería la siguiente: "Ya, te entiendo... Discutir agota y es muy desagradable, además con lo tranquila que tú eres tiene que haberte alterado muchísimo, pero no te preocupes, tú intenta dormir esta noche entreteniéndote con algo, lee un libro, date un baño... Mañana seguro que te llama y lo arregláis, si no lo hace, llámale tú y le dices cómo te sientes".

Ligera diferencia, ¿verdad?

Esta conducta es extrapolable a otras situaciones, como conversaciones acerca de problemas de trabajo, conflictos con amigos, con la familia... Me vienen tantos ejemplos a la cabeza, ¿A tí también?

Primer paso: Oir menos, escuchar más.
Pues bien, partiendo de este breve guión voy a definir el objetivo del artículo de hoy. Es probable que ya te imagines con qué está relacionado el tema. Efectivamente, este texto incluye una crítica así como una reflexión acerca del curioso concepto que se tiene en muchos casos del acto de escuchar y qué podemos hacer o modificar para mejorar esta aptitud. También sobre la conducta de egoísmo, sobre el egocentrismo y diferenciar éstos del narcisismo. Una vez diferenciadas estas tres, nos centraremos de nuevo en el caso de Lucía y Marta.



Diferencia entre egoísmo, egocentrismo y narcisismo

Ser egoísta está muy mal visto. Decir que alguien es egoísta es castigarle con la losa de persona poco deseada en nuestros círculos sociales, es tachar a esa persona de dañina y maliciosa, es ponerle un cartel de persona negativa, peligrosa. La sociedad nos enseña sin embargo que dar es recibir, nos impulsa a ser individualistas y egoístas, que se basa de hecho en conductas altamente adaptativas desde el punto de vista evolutivo, así que la noticia que tengo que darte es que en mayor o menor grado, todos y cada uno de los seres humanos somos egoístas. Debemos de hecho perder el miedo a esa palabra y dejar de relacionarla por regla general con una característica negativa. En ocasiones es incluso necesaria.

La Real Academia Española define egoísmo como: Excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente el propio interés, sin cuidarse del de los demás.
Así, podemos concluir que el arte de ser una persona no solo socialmente deseable sino acorde a los valores que tenemos como la bondad o la solidaridad, consiste en integrar la conducta egoísta con su opuesto, el altruísmo. Encontrar el equilibrio entre ambas no es sin embargo un arte que domine mucha gente.

Debemos además diferenciar el egoísmo del egocentrismo, una conducta (no sé si más bien definirlo como un tipo de personalidad) que poco tiene de adaptativa y que puede llegar a lo patológico, y que según la R.A.E. es la exagerada exaltación de la propia personalidad, hasta considerarla como centro de la atención y actividad generales. Las personas egocéntricas son las candidatas ideales a sufrir trastornos psicológicos. A mí me gusta generalmente diferenciar entre personas con foco interno y personas con foco externo. Siempre predomina uno de los dos focos. Las personas con foco interno puntúan alto en egocentrismo. Viven tan ensimismadas y (con)centradas en su propio ego, que son incapaces de percibir y valorar lo que sucede a su alrededor. Observan el mundo desde su propio ombligo y solo consideran relevantes sus emociones. Todo lo que ocurre alrededor tiene relación con ellos y se perciben como el centro de atención de todas las vidas. Está relacionado en cierto grado con el egoísmo, pero no, no es lo mismo.

Un ejemplo de persona egocéntrica es aquella que enseguida interpreta la realidad relacionándola consigo misma. Para que visualicéis más fácilmente al ser prototípico, es aquél que cuando un compañero le contesta mal en la oficina, solo contempla la opción de que ese mal humor está relacionado con él, en lugar de plantearse que quizás ha tenido un mal día o está enfadado por otra razón ajena; es aquél que publica una noticia o una foto en Facebook y confía en crear impacto en la vida de todos sus contactos; es aquél que considera realmente tener una importancia suprema en el mundo, viendo a los demás como meros espectadores.
El egocéntrico es protagonista de su propia película.

Lo más traumático para este tipo de persona sería descubrir la realidad, descubrir que ni es tan importante, ni es el centro de atención de la vida de los demás. El mundo solo gira a tu alrededor cuando estás borracho.

Por último, es importante no confundir el egoísmo y el egocentrismo con el narcisismo, pues este último es un trastorno patológico. Es digamos, el egocentrismo y el egoísmo en su grado extremo. El DSM-IV (Manual diagnóstico de Salud Mental) colabora con una definición limpia y precisa de este trastorno de la personalidad: Consiste en un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y falta de empatía, que empieza en la edad adulta y se da en diversos contextos.

El acto de escuchar: La atención plena

Hace unos meses me di cuenta de que cometía un error con relativa frecuencia cuando mantenía una conversación por cortesía, con los compañeros del trabajo en la mayoría de los casos. Al no prestar la suficiente atención, se me escapaban detalles (para ellos importantes) sobre las vidas de esas personas, las conversaciones se tornaban en parte unidireccionales. Poco después empecé a observar si esta actitud la tenían otras personas y pude afirmar que sí. Se parecía algo a la actitud de Marta en el guión anterior. Me costaba bastante concentrarme en la conversación si el tema no me interesaba. En mi empresa se hablaba a menudo en las pausas y en la hora de la comida sobre eventos familiares y jardinería. Yo me esforzaba por prestar atención (escucha activa) pero ésta desaparecía casi involuntariamente al cabo de cinco minutos, cuando se entraba en detalle sobre la poda de los geranios en diagonal.


Me planteé entonces un ejercicio que llevo practicando desde entonces, y que ha mejorado no solo mis relaciones laborales, sino el conocimiento que tengo acerca de las personas que me rodean. Parece algo sencillo, pero caemos demasiadas veces en la "desconexión" del mundo externo cuando no logra alcanzar nuestro umbral de activación. Me propuse mantener el hilo de la conversación "no digna de mi interés" con respuestas de feedback, igual si me estaba hablando del cumpleaños de su hija como de cómo se podan los geranios. Entonces yo debía imaginarme mentalmente esos geranios y toda descripción que me hiciera, para preguntarle con interés todo aquello que quisiera saber sobre el tema. La imagen mental y el seguimiento activo colaborando con intervenciones, hizo mantener mi atención hasta el final, y no solo eso. Logré interesarme realmente por lo que me estaban contando. Y sí, ahora hemos estrechado lazos y yo me he convertido en toda una profesional en jardinería.

Practicar la atención plena (¿os habéis dado cuenta ya de cómo el mindfulness es útil y aplicable en multitud de situaciones, verdad?) es un ejercicio que primeramente se ejecuta bajo control consciente. Al principio costará cierto esfuerzo. Con el tiempo, como todo ejercicio realizado con frecuencia, se automatiza y se logra de manera casi inconsciente.

Parece bastante evidente que poner este ejercicio en práctica cuando se trata de escuchar tiene efectos y consecuencias muy positivas. Podéis visualizar el ejemplo de Lucía y Marta, corregirlo y extrapolarlo a otras situaciones de vuestra propia vida. Podéis aplicar el mindfulness a todas aquellas conversaciones que no sean de vuestro interés. Podéis mirar hacia afuera, trabajar vuestra empatía y ejercitar vuestro foco externo... o seguir centrados en vuestro ego.

Hemos dicho que las personas con foco interno son más susceptibles de padecer trastornos psicológicos, fuente de la insatisfacción e infelicidad que el dominio de este foco produce... ¿y eso por qué? Fácil. Cuando se presta excesiva atención a algo, se torna obsesión, y una obsesión es una distorsión de la realidad... Piénsalo... piensa en los numerosos trastornos que existen y piensa si en las personas que los padecen domina el foco externo, o interno...



¡Hasta muy pronto!