martes, 12 de noviembre de 2013

Soy creativo, luego existo.

La creatividad ha sido la herramienta más utilizada por el ser humano para sobrevivir a diferentes situaciones críticas así como para adaptarse al medio que le rodea. Todo ser creativo tiene más posibilidades de avanzar, de salir adelante, evolutivamente hablando. Las nuevas tecnologías y la facilitación extrema de ciertas tareas en la sociedad actual dificulta sin embargo el desarrollo de esta habilidad.

No es una habilidad digna de extinción, pues sigue siendo una de las aptitudes que más destacan y se valoran en todos los ámbitos de la vida. Una persona creativa será mejor considerada en el mundo laboral y tendrá más probabilidades de desarrollo y éxito profesional. También sucede en la vida privada (familiar y social). Las personas creativas son aquellas comúnmente conocidas como "personas con buena suerte". Aquellas a las que todo "les sale bien". Son personas que se acomodan con naturalidad al medio y asimilan éste de acuerdo con sus necesidades, luego están perfectamente ajustadas al entorno, y de ahí que los frutos de este permanente proceso de ajuste sean en su mayoría positivos. Una persona que optimiza sus recursos y aprovecha al máximo lo que el entorno le ofrece se torna eficiente y tiene definitivamente una vida más agradable y satisfecha en todos los sentidos.
Pirámides egipcias: ¿fruto de creatividad?

Un alto grado de creatividad indica mayor inteligencia

Pero no todas las personas son creativas en igual medida, algunas se perciben de hecho como "no creativas" (¿conocéis el antónimo de la palabra creativo? No. Porque no existe. Fíjate si posees la capacidad de crear que ni puedes denominarte verbalmente lo contrario). Este tipo de personas autodenominadas "no creativas" y que yo más bien definiría como "personas con creatividad poco desarrollada" tienden a la mediocridad o al fracaso y suelen envidiar a aquellas que siempre tienen ideas brillantes, originales y son capaces de sugerir aportar soluciones a los problemas con una creatividad desbordante. No por ello hay que sentirse inferior o menos capaz. Si no posees este don de forma innata (tendrás otros más desarrollados, cada individuo tiene sus propias cualidades y defectos, sus puntos fuertes y débiles), ya sabemos que además de que el cerebro modula la conducta, la conducta modula el cerebro, así que la buena noticia es: QUE SI TUCREATIVIDAD ES DEFICIENTE, PUEDES LLEGAR A DESARROLLARLA.


El ejercicio de la creatividad 

Ejercicios hay millones diferentes. Puedes desarrollar esta habilidad pintando, tocando un instrumento musical, realizando manualidades, etc. Aquí he recolectado aquellos requisitos desde mi punto de vista relevantes y aquellos ejercicios que más me han llamado la atención y que a mi juicio, tienen una capacidad mayor de fomentar y desarrollar la creatividad que posees de base y elevarla a su máxima potencia. La mente se ejercita igual que el cuerpo, querido lector. El artículo de hoy va a ser algo así como un gimnasio virtual.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

La persona creativa, ¿Nace o se hace?


 

Pablo es un chico muy atractivo, alto, despreocupado, inteligente y muy creativo.

Cuando describimos a una persona como "creativa", ¿a qué nos estamos refiriendo exactamente? Si te pregunto qué es ser creativo, seguramente salgan por tu boca las palabras: capacidad, habilidad, original, ideas, imaginación. Pero definir el concepto con precisión es definitivamente algo complicado. La creatividad, si bien ha existido desde siempre, como concepto no ha sido abordado ni estudiado hasta épocas relativamente recientes. No fue aceptada por la Real Academia Española hasta 1970 y la Real Academia Francesa propuso su inclusión en 1971, decidiéndose finalmente por la opción negativa.

Algunos autores comentan la paradoja de definir lo indefinible. La palabra creatividad proviene del latin "creare" y significa: engendrar, crear, producir. Rodríguez (1999) la define como: "capacidad de crear cosas nuevas". Freud la definía como una energía derivada de una tensión infantil y Fromm como una actitud. Csikszenmihalyi dice que es "cualquier acto, idea o producto que cambia un campo ya existente, o que transforma un campo ya existente en uno nuevo".

Los componentes de la creatividad también han sido definidos por muchos autores. Sternberg incluye los siguientes componentes: inteligencia, estilo de pensamiento, motivación, conocimiento, entorno y características de la personalidad. Otros autores añaden la sensibilidad a los problemas, la curiosidad, la intuición, la originalidad, la confianza en sí mismo y la flexibilidad.

¿Pero la creatividad es una capacidad innata o puede aprenderse? 

Para todos aquellos que alguna vez en la vida abandonaron un sueño o un proyecto por considerar que no eran suficientemente creativos, tenemos una buena noticia: Las investigaciones más recientes aseguran que a pesar de existir una base genética que proporciona un mayor o menor nivel de creatividad en el individuo, el factor ambiental (el aprendizaje por interacción con el medio) tiene un peso extraordinario en el desarrollo de esta capacidad, mucho mayor que el factor genético. Los niños que reciben una determinada educación y crecen en ambientes adecuados, desarrollarán un nivel de creatividad mayor que aquellos que no crecieron en las mismas condiciones. Pues como toda habilidad, la creatividad es susceptible de ser incrementada mediante entrenamiento.

Es por los resultados de estos estudios por lo que es importante reestructurar y reformar el sistema educativo. El sistema actual poco hace para fomentar la creatividad en niños y jóvenes, desperdiciando quizás muchas mentes potencialmente brillantes. Un ambiente apropiado, una disposición de multitud de herramientas, el planteamiento de problemas y las alternativas originales para la resolución de éstos, un continuo intercambio de ideas para aumentar el flujo de información y el fomento de una curiosidad activa por el medio serían algunos factores a tener en cuenta a la hora de estimular la habilidad de ser creativo, una habilidad que en ningún caso debe ser subestimada, pues no solo es fundamental para un satisfactorio desarrollo personal, sino sin duda una herramienta básica para lograr el éxito profesional, social e incluso familiar.



¡Hasta muy pronto!



"Todas las personas tienen la capacidad de trabajar creativamente. Lo que sucede es que la mayoría jamás lo nota" (Truman Capote)

domingo, 3 de noviembre de 2013

El amor de los ABUELOS

Aquellos que pueden disfrutar de sus abuelos tienen una inmensa suerte. Es un amor diferente, especial. Y no hablo desde la experiencia personal. Contar con ellos es una auténtica fortuna. Son fuente de conocimiento, de experiencia, de amor y parsimonia. Son emocionalmente más estables que la juventud, gozan de la serenidad que a los jóvenes les falta. Muchos tienen o han desarrollado un temperamento fuerte, otros muchos son suaves, sencillos y amorosos. Su historia personal les ha llevado a ser quienes son y tienen claras sus prioridades, ya han vivido lo suficiente para poder ver las cosas con otra perspectiva, para saber qué es lo importante en la vida y con quién quieren pasar el tiempo en su última etapa. La vejez es en absoluto un periodo menos bello que los demás. El final del libro descubre siempre todos los secretos, te otorga el entendimiento de todo aquello que a lo largo de la lectura no lograbas entender y, llegando con buena salud a este capítulo final, puede ser sin duda la mejor y más bonita de las experiencias.

Es un secreto a voces que la sociedad ha sufrido un cambio brutal en las últimas décadas. La mejora de la alimentación, la rapidez de los avances médicos y tecnológicos así como un aumento de la calidad de vida en general han aumentado la esperanza de vida, encontrándonos hoy con una población envejecida. Si a ello le sumamos la incorporación de la mujer al mundo laboral y el concepto de "planificación familiar" (antes más bien imposible) que significa en términos estadísticos un descenso de la natalidad, la media de edad de la población general ha aumentado si no un poco, bastante.

La actual longevidad de los padres y la tardía maternidad o paternidad de los hijos ha dado lugar a un fenómeno, la llamada generación sandwich. Antiguamente los abuelos vivían en su propia casa mientras que los hijos al casarse se independizaban, y cuando uno de los dos fallecía, lo cual sucedía a edades más tempranas, el viudo o la viuda acudía a vivir a casa de los hijos, formando parte de la familia y colaborando activamente en la educación y cuidado de los nietos hasta el fin de sus días.

Ahora el problema en sí no es quedarse viudo y no tener adónde ir. El "problema" es en este caso el aumento del índice de dependencia, fruto en parte del mencionado aumento de la esperanza de vida. La dependencia se define en este caso como la incapacidad de las personas mayores de cuidar de sí mismos de forma independiente, la pérdida de autonomía, requiriendo cuidados externos, siendo los hijos los parientes cercanos que más suelen hacerse cargo de esta tarea. En las familias con hijos de diferentes sexos esta tarea de cuidado suele recaer mayoritariamente sobre las mujeres, por cuestiones culturales e históricas.

La generación sandwich ha de mantener así tanto a sus hijos como a sus padres (física y económicamente), por un largo periodo de tiempo. Esto repercute negativamente en los cuidadores, pues la sobrecarga producida por la tarea de cuidado de un número considerable de personas dependientes empeora la salud física y psicológica, derivando en la mayoría de casos sin apoyo social en trastornos de depresión, ansiedad o en la manifestación de enfermedades físicas (obesidad, hipertensión arterial, diabetes mellitus entre otras).

La edad de jubilación se ha incrementado hace poco a 67 años. Pero no, 67 años de antes no son 67 años de ahora, y muchas veces puede resultar inadecuado o incluso inofensivo referirse a esta franja de edad con el término "anciano". Antes los abuelos y abuelas a esta edad (si llegaban) tenían el típico aspecto de los abuelitos y abuelitas de los cuentos. Ellos con su bastón y contando batallas de sus tiempos a los nietos, ellas haciendo calceta en la butaca con sus gafas de ver. Sus capacidades físicas y cognitivas estaban algo más deterioradas. Esta imagen o prototipo es algo exagerado, pero no se aleja mucho de la realidad.

Las personas mayores también se adaptan a la revolución tecnológica.
Los abuelos de hoy poco tienen que ver con los de antes. Muchos continúan ejerciendo de forma no remunerada tras la jubilación (el que puede), otros se dedican a viajar todo lo que anteriormente no pudieron, empiezan la carrera universitaria que siempre quisieron estudiar o le dedican más tiempo a la familia. Disfrutan plenamente de esta etapa de la vida y resultan más activos que antaño. En la mayoría de los casos sus "achaques" no les impide disfrutar de una calidad de vida antes impensable. La jubilación se va convirtiendo poco a poco en un cambio vital positivo, lejos del antiguo mito de "retirada del mundo laboral por dejar de ser productivo para la sociedad". Este cambio de enfoque es positivo no solo para las personas que atraviesan este intenso y drástico cambio, que ven en ello un alivio, una oportunidad para disfrutar de sus hobbies, familia y del tiempo libre que anteriormente no han tenido, sino para la sociedad, que puede encontrar en este grupo de población una fuente fantástica de experiencia y sabiduría, una variedad amplia de capacidades y habilidades, en definitiva, un grupo mucho más que productivo para la sociedad.

Si tienes personas mayores en la familia, reflexiona y piensa en el valor que tiene dedicarles tiempo hoy, demostrarles amor, hacerles felices, quererles bien, aprender de ellos o recordar con ellos, tener paciencia y sobretodo algo que veo a menudo que a los jóvenes nos falta: escuchar. Tienen mucho que decir; tienen mucho que enseñar. Cosas que seguramente no puedan enseñarte tus amigas ni tus profesores. Contar y recordar les ayuda además a ejercitar la memoria. En la vida no hay prisa, al contrario de lo que muchos piensan, y la lentitud en el habla, el bajo tono de voz, la serenidad o la templanza, no son defectos sino virtudes, características del envejecimiento normal y saludable, que en mi opinión son características naturales del ser humano que la sociedad anula y altera durante la infancia y que reaparecen cuando el mundo a nuestro alrededor deja de exigirnos tanto. O no... pero a mí me gusta creerlo así.



"En la juventud aprendemos. En la vejez entendemos." (Marie von Ebner Eschenbach)



¡Hasta muy pronto!

miércoles, 23 de octubre de 2013

¿Pero no te da vergüenza?

La vergüenza es considerada comunmente una emoción negativa. Lo que para una persona es una situación vergonzosa, para otra no lo es. Una misma persona puede reaccionar vergonzosamente a unas situaciones y a otras no. Es decir, los factores desencadenantes son externos y son muy subjetivos, pues la percepción y evaluación de la situación es completamente individual y varía también culturalmente.

Esta emoción se ha desarrollado ontogenéticamente algo tarde, y es una emoción aprendida. Algunos autores la describen como una emoción social. Podemos observar cómo situaciones que a los adultos les produce muchísima vergüenza, a bebés y niños pequeños no les genera ninguna. Y curiosamente observar la realización de este tipo de situaciones con naturalidad por parte de bebés y niños, provoca risa y activa el buen humor de los adultos. Nada más gracioso que observar a un bebé rojo como un tomate haciendo ruido al apretar para hacer caca o que ver cómo un niño le da besos en la boca a su hermana pequeña sin pudor alguno. Alrededor de los dos años es cuando a través de observaciones, experiencias e instrucciones de los adultos, los niños aprenden las normas y expectativas sociales, adquieriendo así el sentido de la vergüenza.

Un dato curioso de esta emoción es que es exclusiva de los seres humanos. Para que tenga lugar, deben cumplirse ciertos requisitos cognitivos que los animales no son capaces de alcanzar. Y no, cuando regañas a tu perro y agacha la cabeza no está sintiendo vergüenza, las emociones que experimenta serían en este caso miedo y culpa. (este es el ejemplo que ha surgido hoy en una conversación sobre este tema).

La experiencia de la emoción de vergüenza puede ser muy desagradable, tanto, que las personas guardan con enorme facilidad en el recuerdo aquellas situaciones del pasado en las que esta emoción se manifestó de forma muy intensa. Si te paras a pensar, es posible que recuerdes algún evento en el que te sucedió algo y te quisiste "morir" de vergüenza. Los famosos momentos "Tierra trágame" que todos hemos experimentado alguna vez.

Todos conocemos la mítica situación en la que se está viendo tranquilamente la televisión en familia y de repente aparece una escena "subidita de tono", a la que todos miramos casi sin querer y enseguida se toma conciencia de que tus familiares, así como tú, están mirando también. La situación se torna algo incómoda y es en ese momento cuando tu madre reacciona lanzando al aire un comentario sobre el tiempo, sobre si has terminado los deberes o sobre la decadencia de la televisión hoy en día, que en sus tiempos respetaba el horario infantil. Tampoco es infrecuente el ejemplo de aquel que va al baño y vuelve con un trozo de papel higiénico pegado en la suela, enseñando las braguitas porque la falda se ha quedado enganchada o el que come espinacas y se le queda un trozo del tamaño de una moneda de cinco céntimos decorando la paleta o entre los dientes, luciendo éste públicamente al sonreir y convirtiendo el intento de transmitir una simpática sonrisa, en un pérdida automática de la dignidad.

Algún ejemplo te suena, seguro. Y alguno te ha pasado a tí... sabes que sí.

Las funciones de la vergüenza

Después de este pequeño análisis de situaciones vergonzosas cabría pensar: "¿y para qué queremos entonces tener la vergüenza en nuestro repertorio de emociones?". Pero como todos sabéis, la evolución del ser humano no hace nada en vano e igual que el miedo, la ira o la ansiedad, la vergüenza tiene algunas funciones algo más adaptativas que el mero hecho de pasar un mal rato.

Estas funciones, entendidas desde el punto de vista evolutivo, son muy positivas e imprescindibles para una estable y armoniosa vida social. Así pues, la vergüenza sirve como protección de la esfera íntima del ser humano. En la cultura occidental, determinadas partes del cuerpo se relacionan casi exclusivamente con la función sexual y reproductora, convirtiendo éstas en zonas tabú. Es probable que el objetivo de esta "norma implícita" sea proteger al individuo de contactos sexuales no deseados o de la violación del espacio íntimo de la persona.


Por otro lado, el deseo de evitación del sentimiento de vergüenza puede conducir a un aumento de la motivación de logro, posibilitando en consecuencia alcanzar objetivos anteriormente no alcanzables.

A nivel colectivo, podemos decir que la emoción de vergüenza regula nuestra conducta adaptándola a normas sociales y morales aprendidas y no escritas. La aparición de vergüenza nos haría conscientes de cuándo una norma social o moral ha sido infringida, siendo de alguna forma la experiencia desagradable una especie de "castigo natural". Es así responsable del auto-control.


Otra forma de vergüenza también exclusiva del ser humano es la vergüenza ajena (o pena ajena en Latinoamérica) en el que experimentamos una emoción ligeramente menos desagradable y menos intensa, por una conducta ajena a la nuestra que percibimos y evaluamos como "no aceptada socialmente".

Para concluir el texto, podemos añadir que la vergüenza es un subsíntoma de muchas enfermedades y trastornos, como la depresión, ansiedad y trastorno bipolar, siendo muchas veces la observación clínica de esta emoción indicativa de un posible trastorno subyacente.

Parece ser que la vergüenza tiene bastantes más funciones de las que les podías haber atribuido antes de leer este artículo, y que juega un papel fundamental en la adaptación del ser humano a su ambiente, de modo que no te preocupes por aquel día en el que te caíste por las escaleras delante de todo el colegio o te pillaron copiando en un examen... pues la historia perdurará en el recuerdo pero algo valioso aprendiste de ello, te lo aseguro.

y a tí, ¿Qué situaciones te producen o han producido vergüenza en la vida?




¡¡¡HASTA MUY PRONTO!!!




"No sabe tornar a su dueño la vergüenza que se fue" (Séneca)

miércoles, 16 de octubre de 2013

La procrastinación: mejor lo hago mañana


“No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy,

déjalo… para pasado.”


Así piensa mucha gente. Muchísima. 

Podemos decir que incluso demasiada. 







Me atrevo a decir que en parte te acabas de sentir identificado. Sí tú, querido lector. Párate a pensar en la lista de cosas que tienes en mente aún por hacer. Algunas llevan ocupando tu mente días, incluso semanas. Y todavía no las has cumplido. Sí tienes tiempo sin embargo para tareas objetivamente menos prioritarias.

¿Sabes acaso priorizar correctamente tus tareas y obligaciones? ¿O eliges tus actividades diarias en función de tus “ganas”?
Tendemos a dedicarnos prioritariamente a actividades como limpiar la casa, ordenar el cuarto, los libros de la estantería por orden alfabético… en lugar de ocuparnos de cosas menos agradables pero más importantes como escribir la declaración de la renta o estudiar para examenes importantes.
Un ejemplo típico y conocido por muchos. Tienes un examen en dos días, te sientas a estudiar y de repente te das cuenta de que tu armario necesita una limpieza a fondo o de que los libros de tu estantería no están ordenados por orden alfabético. Y es urgentemente necesario limpiar el armario y ordenar los libros, aun no habiendo sido capaz de hacerlo el resto del año. De hecho, una fuerza maligna te impulsa a realizar esta actividad tan banal, impidiendo que te concentres en la importante tarea de estudio que estabas llevando a cabo ni medio minuto. 

Así que te levantas y te pones a ello.

A los dos días tiene lugar el examen, y se convierte en la mayor catástrofe del año. Sales frustrado y empiezas a regañarte mentalmente y a preguntarte, ¿por qué no estudié más?

Acto seguido tu pensamiento sugiere falsas autopromesas: “para el próximo examen estudiaré más”. Qué traidor es el pensamiento a veces. Si has cometido el mismo error las doscientas veces en tu vida que has preparado un examen, ¿qué te hace pensar que tu conducta cambiará a la doscientas una? No seas iluso. Si sabes perfectamente que no.

Este fenómeno frecuente y no por ello menos problemático se denomina en psicología “procrastinación”.

Las causas de la procrastinación

Científicos de la universidad de Konstanz (Alemania) han llegado a la conclusión de que las personas actúan así porque consideran que el día de mañana será mejor que el presente para llevar a cabo la tarea. También se ha demostrado que la tendencia a procrastinar disminuye si se plantea la tarea en términos muy concretos y específicos.

Piers Steel, investigador de la Universidad de Calgary, ha desarrollado una fórmula denominada teoría de la motivación temporal: U = EV/ID. Según el señor Steel asegura, esta fórmula explica matemáticamente la procrastinación.
U es la utilidad de la tarea una vez culminada, y su valor es proporcional al producto de las expectativas (E) por el valor que le concedemos al acabar el trabajo (V) e inversamente proporcional a la inmediatez (I) y a la sensibilidad de la persona a los retrasos (D).

Concluyendo, esta fórmula predice que las tareas a las que más importancia damos son las que con mayor frecuencia postergamos. No es pereza entonces lo que se esconde detrás de la procrastinación, sino un exceso de perfeccionamiento

Como curioso ejemplo, pensaba poner una excusa por la tardanza de la publicación del artículo. Para qué. Quien quiere algo, encuentra la manera de hacerlo. Quien no, encuentra la excusa. Podría haber escrito en el tiempo que he empleado en realizar tareas menos costosas, como meterme en Facebook, darme un baño caliente o escuchar música en el salón. Pero he procrastinado esta tarea que tanto me fascina porque en las últimas semanas ha coincidido con mi mudanza, Oktoberfest (semanas de caos, quien vive aquí sabe de qué hablo), una visita inesperada a Munich, mis múltiples trabajos (he empezado ya en la escuela infantil) y el blog ha bajado en mi ranking de prioridades. Además de eso, mi falta de libertad de pensamiento en el último tiempo ha impedido la inspiración y ocurrencia de ideas lo suficientemente buenas como para ser publicadas en mi blog, así que cualquier idea o bombilla que se iluminaba en mi mente acababa fundiéndose, fruto del tiempo de espera a ser desarrollada. Pero ahora que tras la tormenta ha regresado la calma, podría haber retomado tranquilamente y no lo he hecho. He procrastinado la tarea.

¡Pero aquí estoy de nuevo, luchando con este absurdo y perjudicial fenómeno y tras un fin de semana de recuperación en modo marmota, me encuentro llena de energía para retomar todas las tareas relevantes que tenía pendientes!

No volverá a pasar tanto tiempo hasta que vuelva a escribir...




A ver si es verdad, por lo menos aquí queda la prueba escrita.





¡Hasta muy pronto!





sábado, 5 de octubre de 2013

Imaginación vs. realidad

Si te estás imaginando algo que va a suceder y te preocupa, te inquieta  y te crea ansiedad, analiza.

¿Tienes la absoluta certeza de que vaya a suceder? ¿Existe el mismo porcentaje de posibilidades de que suceda y de que no suceda? Entonces piensa por qué eliges aquella opción que más daño te hace, por qué adelantas acontecimientos y por qué te preocupas tanto por algo que aún no ha sucedido y ni siquiera sabes si va a suceder.

A veces sufrimos más con lo que imaginamos que con lo que en realidad sucede.

Te voy a contar una pequeña historia que quizá te haga pensar:

"Había una vez un chico muy tímido llamado Marcos, que vivía en una casa en el campo con su madre. Su vecino, Javier, tenía su edad, y Marcos había escuchado que era algo antipático, aunque la realidad era que jamás había cruzado dos palabras con él.
 Un domingo, la madre de Marcos estaba cocinando y le pidió a su hijo que se acercara a casa de su vecino y le pidiera sal y un par de hojas de laurel. 
Marcos no podía creerse lo que le había pedido su madre. Refunfuñando salió de la casa, dirigiéndose a paso de tortuga a casa de Javier. Mientras caminaba empezó a darle vueltas a la cabeza: "bueno, y ahora pedirle algo a éste, con lo antipático que tiene que ser, seguro que me abre y me mira con desprecio, cuando me vea se va a reir de mí. Además, creo que no le caigo bien, porque un día me crucé con él en el colegio y no me saludó. Seguro que me odia. Y si le pido sal, lo más seguro es que además de reirse y no dármela, me insulta y me cierra la puerta en las narices, y yo me moriré de rabia y de vergüenza. Este tío de verdad es insoportable, no me extraña que no tenga amigos... y si me insulta y me cierra la puerta, yo no sé como voy a reaccionar..."

A todo esto, mientras Marcos iba pensando en el guión de la escena, llegó por fin y cargado de ira a la puerta de Javier, y llamó al timbre.
Javier le abrió y se alegró mucho de ver a su vecino, con el que nunca se había cruzado palabra por timidez. Le iba a invitar a pasar a merendar cuando Marcos, antes de que el otro pudiera abrir la boca, gritó: "¿pues sabes lo que te digo? que me da igual que no me dejes sal y laurel, y si me vas a insultar, que sepas que tú eres el imbécil, no le caes bien a nadie en el colegio y antes de que me cierres la puerta, ¡el que se va soy yo! ¡Adiós!

Os podéis imaginar la cara de Javier...

¿Os habéis encontrado alguna vez en una situación análoga? Nuestros pensamientos son a veces más potentes activadores de nuestras emociones negativas (ira, ansiedad, vergüenza) que la realidad misma.

Preocuparse, hacerse daño o pasarlo mal gratis no tiene sentido. Y muchas veces, esa preocupación tan horrible es tan solo producto de tu imaginación. Piensa si cómo te sientes es debido a la realidad, o más bien se debe a aquello que imagina tu mente. Te ahorrarás muchos disgustos, preocupaciones, decepciones, malos ratos, y sobretodo, evitarás todas esas emociones negativas que te invaden cuando piensas en ello.

Al fin y al cabo, y como dice la conocida frase: "Si el problema tiene solución, ¿para qué te preocupas? Y si no la tiene, ¿para qué te preocupas?"




¡Hasta muy pronto!